sábado, 30 de abril de 2011

DOMINGO II DE PASCUA: FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

JESÚS, EN TÍ CONFÍO


DEL DIARIO DE SANTA MARÍA FAUSTINA KOWALSKA:

Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena del temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero. (47)
Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y sobretodo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como Mi gloria. (48)

Cuando lo dije al confesor (48), recibí como respuesta que ese se refería a mi alma. Me dijo: Pinta la imagen de Dios en tu alma. Cuando salí del confesionario, oí nuevamente estas palabras: Mi imagen está en tu alma. Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia. (49)

Hija Mía, mira hacia el abismo de Mi misericordia y rinde honor y gloria a esta misericordia Mía, y hazlo de este modo: Reúne a todos los pecadores del mundo entero y sumérgelos en el abismo de Mi misericordia. Deseo darme a las almas, deseo las almas, hija Mía. El día de Mi Fiesta, la Fiesta de la Misericordia - recorrerás el mundo entero y traerás a las almas desfallecidas a la fuente de Mi Misericordia. Yo las sanaré y las fortificaré. (206)

Una vez, cuando el confesor me mandó preguntar al Señor Jesús por el significado de los dos rayos que están en esta imagen; contesté que sí, que se lo preguntaría al Señor.
Durante la oración oí interiormente estas palabras: Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas...
Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza.
Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios. Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia. (299)

Pide a Mi siervo fiel (132) que en aquel día hable al mundo entero de esta gran misericordia Mía; que quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas y de las penas. (300)

El primer domingo después de la Pascua de Resurrección, es decir, Fiesta de la Misericordia del Señor, clausura del Jubileo de Redención. Cuando fuimos a esta solemnidad, el corazón me latía de alegría por estar unidas estas dos solemnidades tan estrechamente. Pedí a Dios la misericordia para las almas pecadoras. Cuando terminó el oficio y el sacerdote tomó el Santísimo Sacramento para impartir la bendición, súbitamente vi al Señor Jesús con el mismo aspecto que tiene en esta imagen. El Señor impartió la bendición y los rayos se extendieron sobre todo el mundo. De repente vi una claridad inaccesible en forma de una habitación de cristal, tejida de ondas de luz impenetrable a cualquier criatura o espíritu. Para entrar en la claridad había tres puertas y en ese instante Jesús, con el mismo aspecto que tiene en la imagen, entró en aquel resplandor a través de la segunda puerta, hasta el interior de la unidad. Es la Unidad Trinitaria que es inconcebible, infinita. Oí la voz: Esta Fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el abismo de Mis gracias. Toda alma que cree y tiene confianza en Mi misericordia, la obtendrá. Me alegré enormemente de la bondad y de la grandeza de mi Dios. (420)

No encontrará alma ninguna la justificación hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia y por eso el primer domingo después de Pascua ha de ser la Fiesta de la Misericordia. Ese día los sacerdotes han de hablar a las almas sobre Mi misericordia infinita. Dile al confesor que la imagen esté expuesta en la Iglesia y no en el convento dentro de la clausura. Por medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso, que cada alma tenga acceso a ella. (570)
Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi misericordia. Si no adoran Mi misericordia, morirán para siempre. Secretaria de Mi misericordia, escribe, habla a las almas de esta gran misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mi justicia. (965)

Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban la Santa Comunión el día de la Fiesta de Mi misericordia. (1109)


CONSAGRACIÓN DEL MUNDO A LA DIVINA MISERICORDIA HECHA POR JUAN PABLO II EL 17 DE AGOSTO DE 2002


Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia, para que en ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.

viernes, 29 de abril de 2011

La Misa Romana: Historia del Rito. Capítulo 5º: Las lecturas Parte 3ª: El Evangelio


 Con la lectura del evangelio, la llamada Liturgia de la Palabra llega a su punto culminante. Su situación al final de las otras lecturas subraya el sitio de honor que le está reservado. El aprecio de la lectura de la Buena Noticia se expresaba en los antiguos manuscritos con la escritura de su texto en letras mayores y más arcaicas, sobre más finos y dorados pergaminos así como con tapas de marfil, plata u oro puro en el evangeliario, libro este que era el único que podía descansar sobre el altar, lugar del sacrificio y trono del Santísimo Sacramento.
Su carácter especial y superior hizo que su lectura no se confiara desde el principio a un simple lector, sino al diácono, quien para ello, a partir del siglo VIII, se quitaba la planeta y enrollada se la ponía a modo de banda sobre el hombro izquierdo. De aquí después el uso diaconal de la estola atravesada sobre el pecho y espalda. En algunas liturgias antiguas y en ciertas ocasiones leía el evangelio el mismo obispo o celebrante. Leer el evangelio en la misa del Gallo era en la baja Edad Media privilegio de los emperadores.
Por la misma razón se distinguía ya en el solemne culto estacional su lectura mediante una serie de ceremonias. En primer lugar llevaba un diácono el evangeliario al altar para depositarlo encima del mismo. Luego otro diácono, después de pedir la bendición al Papa, cogía el evangeliario, y acompañado de dos acólitos con candelabros y dos subdiáconos de los que uno llevaba un incensario, se trasladaba procesionalmente al sitio donde había que cantar el evangelio. En la antigua liturgia galicana (no confundir con la liturgia galicanista de los siglos XVII-XVIII y parte del XIX) esta procesión era aún más solemne, cantándose durante la misma el trisagion. En la Edad Media este cortejo era precedido por un subdiácono o acólito con cruz alzada, y el evangeliario no lo cogía directamente con las manos, ni siquiera con la planeta como los demás objetos sagrados, sino que lo llevaban sobre un cojín. A estas muestras de respeto al evangeliario obedecía en la misa privada la prescripción de que el mismo celebrante trasladase el misal de un lado al otro.
Un síntoma o modo de expresar el respeto al evangelio es también la ceremonia de pedir el diácono la bendición. El celebrante le daba la bendición con las palabras “Dominus sit in corde tuo et in labiis tuis ut nunties competenter Evangelium suum” (El Señor esté en tu corazón y en tus labios para que competentemente anuncies su Evangelio). A partir del siglo XI el diácono se preparaba para esta bendición mediante la oración “Munda cor meum ac labia mea” (Limpia mi corazón y mis labios). En las misas privadas el celebrante solía rezar “Dominus sit in ore meo” (El Señor esté en mi boca) con el versículo 17 del salmo 50. Por el Ordo Missae de Juan Burcardo compuesto el año 1502, pasaron también a la misa privada el “Munda cor meum”, la petición de la bendición “Jube Domine benedicere” (Dígnate Señor, bendecir) y la bendición misma “Dominus sit in ore meo”.
Las aclamaciones, las incensaciones, el santiguarse y el ósculo.
Las muestras de veneración con que se rodeaba el evangeliario hicieron que el pueblo quisiera tomar parte en el homenaje. No contento con responder “Et cum spiritu tuo” al “Dominus vobiscum” del diácono, empezó a intervenir otra vez después de indicar el diácono el nombre del evangelista A partir del Imperio Carolíngio (siglo IX) encontramos por primera vez el “Gloria tibi Domine” (Gloria a Ti, Señor) que recuerda por ser una aclamación propia de un cortejo triunfal, la antigua procesión solemne. Al final de la lectura encontramos aún otra aclamación parecida, el “Laus tibi, Christe” (Alabanza a Ti, ¡oh Cristo!)
Pero no contentos con las aclamaciones expresaban su reverencia también durante la lectura misma del evangelio, poniéndose de pie; costumbre común a todos los ritos desde el siglo IV. Para hablar con precisión deberíamos decir que “se incorporaban”: miraban hacia el evangeliario, los príncipes se quitaban sus coronas y los caballeros las capas y guantes.
Este afán del pueblo de intervenir en el evangelio no se limitaba a expresiones de reverencia. Querían además participar de las bendiciones que emanaban de la palabra de Dios y por ello durante el periodo carolingio, después de incensar el evangeliario se llevaban uno o dos incensarios por toda la iglesia para que las nubes de incienso que habían envuelto el libro sagrado santificasen a todo el pueblo.
Otra ceremonia para atraer las bendiciones de la palabra divina la tenemos en la costumbre de santiguarse al principio de la lectura del evangelio (y durante algún tiempo al final). Los padres de la Iglesia lo interpretan ya como un sello con que se cierra el corazón para que el diablo no pueda quitar de allí la semilla de la palabra de Dios. Más tarde del santiguarse se pasó al persignarse simbolizando que lo que se acaba de escuchar se recuerde, se repita y se lleve en el corazón (frente, boca y pecho).
Señal de veneración, a la vez que expresión del deseo de santificación que emana de la palabra de Dios, es el beso del evangeliario, que en la Alta Edad Media era una ceremonia a la que se admitía también a los fieles. Iba unida a la otra de llevar los incensarios por toda la iglesia. Pronto, sin embargo, al crecer las asambleas litúrgicas (o todos o ninguno) quedó limitada al clero y a las autoridades civiles y finalmente (o todos o ninguno) únicamente al celebrante o al diácono que lo lee y al celebrante o prelado que preside o asiste.
La costumbre del cambio del misal de un lado a otro del altar para proceder a la lectura del evangelio en las misas rezadas o cantadas es como un calco de gestos de la misa solemne que siempre dio la pauta. A pesar de ello no podía quedar este gesto sin su explicación alegórica. Según un autor del siglo XII el traslado del misal significa que la predicación del evangelio pasó de los judíos a los paganos.
Próximo capítulo 6º: “La homilía”
Dom Gregori Maria

http://www.germinansgermianbit.org

omnesdicamus@gmail.com

domingo, 24 de abril de 2011

JUEVES SANTO EN CORDOBA



Una Voce Córdoba Celebración de la Santa Misa tradicional del Jueves Santo en la Capilla de la Sagrada Familia de las Hnas. Terciarias Franciscanas de la Caridad, en Córdoba (Argentina). Ofició el Fr. Rafael Rossi (O.P.) y jóvenes integrantes de Una Voce Córdoba intervinieron como acólitos. A la celebración litúrgica asistieron alrededor de 70 fieles. Más imágenes Aqui>>>

Resurrexit sicut dixit, alleluia! FELICES PASCUAS

 Χριστός ανέστη εκ νεκρών,

θανάτω θάνατον πατήσας,

και τοις εν τοις μνήμασι ζωήν χαρισάμενος.
...


Cristo ha resucitado de entre los muertos,

Y con su muerte ha derrotado a la muerte,

Y a aquellos que estaban en la tumba, les ha dado vida.



FELICES PASCUAS

jueves, 14 de abril de 2011

La Misa Romana: Historia del Rito. Capítulo 5º: Las lecturas. Parte 2ª: La salmodia, el verso aleluyático y el tracto o aclamación al evangelio

 Los cantos que hasta ahora hemos conocido deben todos su origen o a la necesidad de llenar pausas originadas por las procesiones (como el de entrada o introito) o son aclamaciones puestas en música posteriormente (como los kyries o el Gloria). En cambio, en el gradual o salmo responsorial y el verso aleluyático, nos encontramos por vez primera con auténticos cantos, que como tales se introdujeron desde el principio en la liturgia para expresar en forma poética los sentimientos de admiración y agradecimiento por la doctrina recibida en las lecturas. En estos cantos intermedios tenemos pues, los genuinos y más antiguos cantos litúrgicos. Prescindiendo de las misas feriales, nos encontramos hoy dos cantos antes del evangelio: el gradual o salmodia y el verso aleluyático o en sustitución suyo, el tracto o aclamación al evangelio. En principio el gradual o salmo seguiría a la primera lectura y el verso aleluyático a la epístola. Cuando únicamente hay una lectura, permanece la salmodia y el verso aleluyático uno detrás del otro, como permaneció durante el periodo en el que en las misas festivas y dominicales sólo quedó la lectura de la epístola y el evangelio (hasta el Novus Ordo de Pablo VI). Lo cual no impide que actualmente se considere el verso del aleluya más bien como anuncio del evangelio.
Salmodia responsorial
Estos cantos deben su origen a la salmodia. No sólo están tomados de los salmos, sino que la misma razón de ser de estos cantos es la salmodia, como elemento básico de la función religiosa. Como elemento que representa la parte afectiva del culto, respuesta del corazón humano a la llamada de la gracia durante las lecturas, su ejecución correspondía, naturalmente a todo el pueblo. El hecho de que muchos no sabían de memoria todos los salmos ni sus melodías, era ciertamente un obstáculo para el canto común. Los mismos salmos ofrecían la solución: había en algunos de ellos ciertas palabras o frases cortas que podía servir de estribillo a la asamblea, de modo que esta no debía cantar el salmo entero sino sólo el estribillo. El resto del salmo lo cantaba un cantor. Los santos Hipólito, Anastasio, Agustín, San Juan Crisóstomo y León mencionan este modo de cantar los salmos.
Cuando más tarde, con la libertad de la Iglesia, aumentó el esplendor del culto público, las formas artísticas reemplazaron cada vez más este canto sencillo. En Oriente la poesía convirtió el estribillo en verdaderas estrofas, el llamado “heirmos”, mientras que en Occidente las melodías cada vez más ricas y su ejecución artística ya no permitían la respuesta del pueblo. Fue entonces cuando se crearon las “schola cantorum”: grupo de cantores profesionales. Consecuencia de este enriquecimiento del canto es que se invertía mucho tiempo en el canto melismático de cada frase y aún de cada palabra, y esto llevó consigo la supresión de la mayor parte del salmo, puesto que de esta manera no era posible cantar el salmo entero.
Durante su interpretación no se hacía ceremonia alguna sino que todo el pueblo estaba pendiente de este canto, que en el desarrollo de las ceremonias era como un momento de descanso para dar expresión a los sentimientos de júbilo y gratitud por los beneficios divinos.
Al principio eran los diáconos los encargados de este canto, pero para evitar que en la provisión de las diaconías romanas influyera de modo decisivo el poseer una voz hermosa, el papa San Gregorio prohibió que en adelante lo cantasen los diáconos. En consecuencia, lo vinieron ejecutando los subdiáconos, hasta que por fin no se exigía ninguna de las órdenes y se dejó sencillamente a los cantores.
También el desarrollo en el lugar de ejecución de los mismos, refleja claramente el cambio que, al correr de los siglos, se obró en el aprecio de los mencionados cantos. Al principio el lugar era sencillamente el presbiterio, y algo más tarde, el ambón, el sitio donde se cantaban los dos, salmo y aleluya. En la liturgia francorromana ya no se permitía al subdiácono subir a lo alto del ambón, sino que los debía ejecutar en una de sus gradas. De allí le vino al salmo el nombre de gradual. Más tarde cuando se dejaba el canto a la schola, ni siquiera subían a las gradas del ambón, sino que cantaban en el mismo sitio en que estaba el coro de los cantores, o al lado del presbiterio o en la tribuna en el fondo de la nave.
Hasta la promulgación del Novus Ordo de Pablo VI apenas se advertía el primitivo carácter responsorial de estos cantos, especialmente en el gradual, que quedó reducido a un solo versículo, incluso suprimiendo al principio la indicación de versículo responsorial (marcado por la letra V/), es decir, del estribillo, al que solía seguir inmediatamente la repetición del mismo. La reforma litúrgica de San Pío X propició en 1908 la edición nueva del Graduale Romanum en la que se volvió a establecer la repetición del versículo responsorial. Durante muchos siglos, pues, se suprimió esta repetición y para evitar un final pobre, entraba todo el coro a las palabras finales del versículo del salmo que de suyo debía cantarlo solo el solista.
Con la reforma litúrgica postconciliar debía recuperarse el ritmo primitivo y responsorial de los salmos interleccionales aunque lastimosamente contemplamos como fácilmente el salmo es sustituido fácilmente por cualquier canto y en muy pocos sitios se ha reinstaurado la figura del salmista: el laico que lee la primera lectura, después del “Deo gratias” permanece en el ambón, sugiere la respuesta al salmo que raramente es cantada ni por él ni por la asamblea: lo máximo a lo que se llega es a una repetición más o menos entusiasta del estribillo. ¿Dónde resurgió y se restauró la figura del salmista, como era de esperar según lo auspiciado?
En el aleluya, en cambio, por ser más corto el estribillo, se ha conservado mejor su forma antigua. Primeramente el solista entona aleluya, lo cual corresponde a la indicación del estribillo. A continuación lo repite todo el pueblo o el coro. Vuelve el solista a cantar el versículo que representa el salmo, el coro responde con otro aleluya. Aunque en la actualidad por no haberse cultivado suficientemente, muchos leen el versículo después del canto del aleluya, cosa del todo inapropiada. O se canta o se reza todo leyéndolo.
En las misas en las que no se puede cantar el aleluya (Cuaresma) tenemos una aclamación que es la forma más antigua del gradual o salmo responsorial pero en el que sin embargo no se contesta aleluya. Es un canto que aún a pesar de la sencillez con la que se canta no debe expresar sentimientos de tristeza. Durante muchos siglos se llamó “tracto” (como siguió llamándose hasta el Misal de 1962) que es la traducción verbal de la palabra griega “heirmos”, que significa “trozo” (“trecho”) por ser una sencilla melodía típica que se repetía varias veces en el canto. En la tercera edición típica del Missale Romanum postconciliar aparece siempre unida al versículo sálmico la aclamación “¡Honor y gloria a Ti, Señor Jesús!” durante la Cuaresma.
La secuencia
No quiero acabar este capítulo dedicado a los cantos interleccionales sin hablar aún de otro elemento de ambientación emocional: la secuencia. Debe su origen a los ricos melismas con que se cantaba la ultima “a” del aleluya, llamada “jubilus”. Los pueblos del norte de Europa, a los que no les gustaba el canto melismático, empezaron a sostener la melodía de los melismas del aleluya con textos poéticos de modo que a cada nota correspondiera una sílaba. Es la misma evolución de la que hablé al explicar los “tropos” en los kyries. El nombre de secuencia se aplicaba en un principio a la misma melodía: era sinónimo de melisma. Pero de ahí pasó al texto independiente con que se llenó la melodía y que acabó cantándose después del aleluya, independizándose de la melodía del “jubilus”. Llegaron a tener una importancia enorme. Se han coleccionado más de cinco mil. Pero al penetrar en Italia, no prosperaron y en el Misal de San Pío V quedaron todas suprimidas menos cuatro: el “Victimae Paschali” compuesto hacía el siglo IX (durante la octava pascual), el “Veni Sante Spiritus” compuesto en 1228 por el arzobispo de Canterbury (en Pentecostés), el “Lauda Sion”, compuesto por Santo Tomás de Aquino en 1263 para la fiesta de Corpus Christi y el “Dies Irae” para las misas de difuntos y que es de autor desconocido. El “Stabat Mater” igualmente de autor desconocido no entró en el Misal hasta el año 1727 cuando Benedicto XIII extendió la fiesta de los Siete Dolores de María a toda la Iglesia. En el Misal de Pablo VI solo subsistieron tres de estas secuencias: la de Pascua y la de Pentecostés, así como la del 15 de septiembre, fiesta de Nª Sª de los Dolores, pero esta de manera potestativa (ad libitum). La supervivencia del “Dies Irae” como canto litúrgico ha quedado reducida a un himno más y parcialmente recortado para la Liturgia de las Horas de las últimas semanas del Tiempo Ordinario. La secuencia “Lauda Sion” quizá la más bella de las composiciones para la fiesta de Corpus Christi, compuesta por encargo del Papa Urbano IV por Santo Tomás de Aquino se ha perdido en el modo ordinario del rito romano. Una perdida incomprensible para una composición de inestimable belleza literaria y calidad musical.
Próximo día: Capitulo 5ª parte 3ª y última: el evangelio.
Dom Gregori Maria

http://www.germinansgerminabit.org

omnesdicamus@gmail.com

viernes, 8 de abril de 2011

Mons. Bux: “Sobre la adecuación litúrgica ha habido malas interpretaciones”

*
Don-Nicola-Bux
*
Presentamos una entrevista que Mons. Nicola Bux ha concedido a un periódico de Reggio Emilia, ciudad donde participará en el encuentro titulado “Liturgia romana y arte sacro entre innovación y tradición”.
***
Don Bux, ¿qué es la adecuación litúrgica?

Es una expresión acuñada en los años posteriores al Concilio Vaticano II para indicar los trabajos considerados necesarios para que las antiguas iglesias pudiesen ser más idóneas a las celebraciones según la forma renovada del rito Romano.
*
¿Y cuáles son los resultados que produjo?

La adecuación partió con el intento de llevar a cabo aquellos retoques para favorecer la celebración de los sacramentos pero se impuso sobre todo el tema de la Misa celebrada con el altar hacia el pueblo. Una adecuación vistosa de la cual se abusó.
*
¿Por qué?

Porque el mismo misal no dice nunca que el celebrante no debe estar de espaldas al pueblo. Y esto está demostrado por el hecho de que tres veces, inmediatamente después del ofertorio, en el Ecce agnus Dei y en la bendición final, se prescribe que el sacerdote esté dirigido al pueblo. De esto se sigue que durante la celebración la orientación debe ser otra.
*
Es decir, de espaldas al pueblo…

No exactamente. Esta es una mala interpretación del mismo misal de Pablo VI y algo que se ha forzado y que ha hecho que se pensara que dar la espalda al pueblo es un acto de mala educación. Como decir, “perdón por daros la espalda”.
*
¿Entonces?

Entonces, es una cuestión de orientación hacia el Señor que viene. Es por eso que la tradición nos ha entregado las celebraciones con el sacerdote y los fieles dirigidos ambos hacia oriente, símbolo del Señor que viene, y sucesivamente indicado en la cruz. En realidad, el dirigirse hacia el pueblo era indicado como una posibilidad.
*
Así, la principal crítica es que el sacerdote no está en comunión con los fieles…

De hecho, Benedicto XVI, ya como cardenal, insistía en el hecho de que si el pueblo está dirigido al crucifijo, y también el sacerdote, todos dirigen la mirada a Cristo, que es el aspecto central de la liturgia. Como decía Ratzinger, con el sacerdote frente al pueblo se cierra el círculo al encuentro con el Señor.
*
¿Cómo puede resolverse la cuestión?

Como justamente propuso el Santo Padre, sería oportuno que, con la misma posición, se pusiera una cruz sobre el altar de modo que todos puedan tener en primer plano al sujeto central de la liturgia: Cristo que viene. Es bueno que los sacerdotes sepan explicar que su posición debe ser funcional a la orientación de la celebración.
*
¿Qué otros temas tocará mañana?

El encuentro está promovido por el deseo de muchos laicos, preocupados de que la así llamada adecuación vaya en detrimento de la tradición. En este caso, en la Catedral de Reggio, también con la ayuda del profesor Mazza, se quiere tratar de ofrecer los instrumentos para entender que es el pueblo quien se debe adecuar a la liturgia y no al revés.
*
Un tema debatido en Reggio es el de la sede episcopal, llevada abajo del presbiterio y frente a la asamblea…

La sede no es el elemento más importante en un edificio sagrado. Antes vienen el altar, la cruz y el tabernáculo, que son el signo de la presencia divina permanente en medio del pueblo. Por importancia, después del ambón, que en un tiempo era llamado púlpito y que era funcional a estar en medio de la asamblea por razones acústicas, está la sede de la presidencia.
*
¿Pero dónde debe ser colocada?

En las iglesias primitivas siríacas, herederas de las sinagogas, la sede estaba a la cabeza de la asamblea, como ocurre hoy cuando en el teatro se reserva el asiento central a la autoridad. Muy pronto la sede de quien preside fue puesta delante de la asamblea a la izquierda o a la derecha en una posición de vínculo entre la asamblea y el altar.
*
¿Cuál es la posición ideal?

Sobre las gradas, como todavía hoy hacen los orientales, que ponen la sede del patriarca delante de la asamblea, pero no en forma frontal. Está bien que los lugares de los fieles no sean transversales o diagonales sino que miren todos con una única orientación.
*
Por lo tanto, ¿sobre el presbiterio y no abajo?

El lugar de los sacerdotes y del obispo es el presbiterio; lo dice el mismo nombre. El hecho de que la sede esté puesta debajo confunde las ideas.
*
Se podría objetar que también el obispo forma parte del pueblo de Dios…

Es cierto, pero también la tradición tiene su peso. No es necesario caer en el populismo. El estar junto a los fieles no depende de la posición.
*
¿Cuánto pesa, en este discurso, la acusación de excesivo formalismo?

Una cosa es la forma, otra es el formalismo. Sin una forma, la liturgia no existiría y la sustancia sería deforme. El hablar de formalismo, en cambio, es un poco ideológico y reduccionista. Últimamente está en uso hablar de polos litúrgicos. Y bien, en el rito romano debe prevalecer la unidad.
*
Otro tema candente es la ausencia de reclinatorios…

Otra rareza que se observa a veces. La liturgia prescribe arrodillarse en ciertos momentos de la Misa. El hecho es que disuadir de arrodillarse corre el riesgo de reducir la iglesia a un auditorio o la liturgia a entretenimiento. Por el contrario, el Papa nos recuerda que la liturgia es adoración y su signo exterior más visible es precisamente el ponerse de rodillas.
*
¿Qué tan importante es en las iglesias la conservación de obras artísticas y la introducción de nuevas obras modernas?

Siempre se necesita gusto en las cosas. Curiosamente, hoy se tiende a convertir en piezas de museo todas las bellezas y las decoraciones, pero las cosas van a un museo si ya no se usan. En muchos casos, en cambio, se trata de objetos que son expresión de la piedad del pueblo y de los sacrificios que han sido hechos para introducirlos. Siempre que hablamos de objetos que sirvan no para nuestra gloria personal sino para la de Dios. Lo mismo vale para los ornamentos. A veces el sacerdote agrega y quita ornamentos según su gusto y su comodidad, como si fuese un vestuario privado. En realidad, son la expresión de la objetividad del rito que es confiado al ministro, aún si es indigno moralmente.

***
Fuente: 4minuti

Benedicto XVI: SANTA TERESITA: "HERMANA UNIVERSAL"


Redescubrir "Historia de un alma"...

Queridos hermanos y hermanas, hoy quisiera hablaros de santa Teresa de Lisieux, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, que vivió en este mundo tan sólo 24 años, a finales del siglo XIX, llevando una vida muy sencilla y oculta, pero que después de su muerte y de la publicación de sus escritos, se convirtió en una de las santas más conocidas y amadas. La “pequeña Teresa” no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, los pequeños, los pobres, los que sufren, y que le rezan, pero también ha iluminado toda la Iglesia, con su profunda doctrina espiritual, hasta tal punto que el Venerable Juan Pablo II, en 1997, quiso darle el título de Doctora de la Iglesia, añadiéndolo el título de Patrona de las Misiones, que ya le otorgó Pío XI en 1939. Mi amado Predecesor la definió como “experta de la scientia amoris". Esta ciencia, que ve resplandecer en el amor toda la verdad de la fe, Teresa la expresa principalmente en el relato de su vida, publicado un año después de su muerte bajo el título de Historia de un alma. Es un libro que tuvo enseguida un enorme éxito, fue traducido a muchas lenguas y difundido en todo el mundo. Quisiera invitaros a redescubrir este pequeño gran tesoro, ¡este luminoso comentario del Evangelio plenamente vivido! Historia de un alma, de hecho, ¡es una maravillosa historia de Amor, relatada con tal autenticidad, sencillez y frescura ante la que el lector no puede sino quedar fascinado!. Sin embargo, ¿cuál es este Amor que ha colmado toda la vida de Teresa, desde la infancia hasta su muerte? Queridos amigos, este Amor tiene un Rostro, tiene un Nombre, ¡es Jesús!. La santa habla continuamente de Jesús. Recorramos, entonces, las grandes etapas de su vida, para entrar en el corazón de su doctrina.

LA REFORMA LITÚRGICA- ENTREVISTA A MONS.DOMENICO BARTOLUCCI

Ofrecemos la traducción al español de una valiosa entrevista a Monseñor Domenico Bartolucci, de 92 años, nombrado por Pío XII Maestro “ad vitam” de la Capilla Sixtina pero alejado del cargo en 1997, debido a la intervención de Mons. Piero Marini, una medida que fue vigorosamente rechazada por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger.





***
Maestro, la reciente publicación del Motu Proprio “Summorum Pontificum” ha traído un soplo de aire fresco en el desolador panorama litúrgico que nos rodea; también usted puede ahora, por lo tanto, celebrar la “Misa de siempre”.
Pero, a decir verdad, yo siempre la he celebrado ininterrumpidamente, a partir de mi ordenación… tendría dificultad, en cambio, no habiéndola dicho nunca, en celebrar la Misa del rito moderno. (Nota de Creer en México: ¡Un nuevo Cardenal que nunca ha dicho la Misa nueva!… algunos morirían del espanto)
*
¿Nunca abolida, entonces?
Son las palabras del Santo Padre, aún si algunos fingen no entenderlas y si muchos en el pasado han sostenido lo contrario.
*
Maestro, será necesario conceder a los denigradores de la Misa antigua que esta última no es “participada”…
¡No digamos disparates! He conocido la participación de los tiempos antiguos tanto en Roma, en la Basílica, como en el mundo, como aquí abajo en el Mugello, en esta parroquia de este bello pueblo, un templo poblado de gente llena de fe y de piedad. El Domingo, en las vísperas, el sacerdote habría podido limitarse a entonar el “Deus in adiutorium meum intende” y luego ponerse a dormir sobre el asiento… los campesinos habrían continuado solos y los jefes de familia habrían pensado en entonar las antífonas.
*
¿Una velada polémica, Maestro, respecto al actual estilo litúrgico?
Yo no sé si, ¡ay de mí!, han estado en un funeral: “aleluya”, aplausos, frases risueñas, uno se pregunta si esta gente leyó alguna vez el Evangelio; Nuestro Señor mismo lloró sobre Lázaro y su muerte. Aquí, con este sentimentalismo insípido, no se respeta ni siquiera el dolor de una madre. Yo les habría mostrado cómo asistía al pueblo a una Misa de difuntos, con qué compunción y devoción se entonaba aquel magnífico y tremendo “Dies Irae”.
*
¿La reforma no ha sido hecha por gente consciente y doctrinalmente formada?
Discúlpeme, pero la reforma ha sido hecha por gente árida, se lo repito, árida. Y yo los he conocido. En cuanto a la doctrina, el Cardenal Ferdinando Antonelli, de venerada memoria, solía decir a menudo: ¿“qué hacemos liturgistas que no conocen la teología?”.
*
Estamos de acuerdo con usted, Monseñor, pero es cierto también que la gente no entendía…
Queridísimos amigos, ¿han leído alguna vez a San Pablo: “no importa saber más allá de lo necesario”, “es necesario amar el conocimiento ‘ad sobrietatem’”. De aquí a algunos años se intentará entender la transubstanciación como se explica un teorema de matemática. ¡Pero si ni siquiera el sacerdote puede comprender hasta el fondo tal misterio!
*
¿Pero cómo se llegó, entonces, a esta distorsión de la liturgia?
Fue una moda, todos hablaban, todos “renovaban”, todos pontificaban, en la estela del sentimentalismo, de reformas. Y las voces que se levantaban en defensa de la Tradición bimilenaria de la Iglesia eran hábilmente calladas. Se inventó una especie de “liturgia del pueblo”… cuando escuchaba estas frases, me venían en mente las palabras de mi profesor del seminario que decía: “la liturgia es del clero para el pueblo”, ella desciende de Dios y no sale desde abajo. Debo reconocer, sin embargo, que aquel aire hediondo se ha hecho menos denso. Las jóvenes generaciones de sacerdotes son, tal vez, mejores que las que las han precedido, no tienen los furores ideológicos dominados por un modernismo iconoclasta, están llenos de buenos sentimientos pero les falta formación.
*
¿Qué quiere decir, Maestro, con que “les falta formación”?
¡Quiero decir que queremos los seminarios! Hablo de aquellas estructuras que la sabiduría de la Iglesia había cincelado elegantemente durante los siglos. No se da cuenta de la importancia del seminario: una liturgia vivida, los momentos del año son vividos “socialmente” con los hermanos… el Adviento, la Cuaresma, las grandes fiestas que siguen a la Pascua. Todo esto educa, ¡y no se imagina cuánto! Una retórica tonta dio la imagen de que el seminario arruina al sacerdote, de que los seminaristas, alejados del mundo, permanecen encerrados en sí mismos y distantes de la gente. Todas fantasías para disipar una riqueza formativa plurisecular y para remplazarla luego con nada.
*
Retornando a la crisis de la Iglesia y al cierre de muchos seminarios, ¿Usted es partidario de un retorno a la continuidad de la Tradición?
Mire, defender el rito antiguo no es ser del pasado sino ser “de siempre”. Vea, se comete un error cuando a la misa tradicional se la llama “Misa de San Pío V” o “Tridentina”, como si fuese la Misa de una época particular: es nuestra Misa, la romana, es universal en los tiempos y en los lugares, una única lengua desde la Oceanía hasta el Ártico.
Por lo que respecta a la continuidad en los tiempos, quisiera contarles un episodio. Una vez estábamos reunidos en compañía de un Obispo, cuyo nombre no recuerdo, en una pequeña iglesia del Mugello, y llegó la noticia de la repentina muerte de un hermano nuestro, propusimos celebrar enseguida una Misa pero nos dimos cuenta de que sólo había misales antiguos. El Obispo rechazó categóricamente celebrar. No lo olvidaré nunca y reitero que la continuidad de la liturgia implica que, salvo minucias, se pueda celebrar hoy con aquel viejo misal polvoriento tomado de un estante y que hace cuatro siglos sirvió a un predecesor mío en el sacerdocio.
*
Monseñor, se habla de una “reforma de la reforma” que debería limar las deformaciones que vienen de los años sesenta…
La cuestión es bastante compleja. Que el nuevo rito tenga deficiencias es ya una evidencia para todos y el Papa ha dicho y escrito varias veces que debería “mirar al antiguo”; sin embargo, Dios nos guarde de la tentación de los líos híbridos; la Liturgia, con la “ele” mayúscula, es la que nos viene de los siglos, ella es la referencia, no se la debe corromper con compromisos “a Dio spiacenti e a l’inimici sui” [que desagradan a Dios y a sus enemigos].
*
¿Qué quiere decir, Maestro?
Tomemos, como ejemplo, las innovaciones de los años sesenta. Algunas “canciones populares” beat y horribles y tan de moda en las iglesias en el ’68, hoy ya son trozos de arqueología; cuando se renuncia a la perennidad de la tradición para hundirse en el tiempo, se está condenado al cambiar de las modas. Me viene a la mente la Reforma de Semana Santa de los años cincuenta, hecha con una cierta prisa bajo un Pío XII ya cansado. Y bien, sólo algunos años después, bajo el pontificado de Juan XXIII (quien, más allá de lo que se diga, en liturgia era de un tradicionalismo convencido y conmovedor), me llegó una llamada de Mons. Dante, ceremoniero del Papa, que me pedía preparar el “Vexilla Regis” para la inminente celebración del Viernes Santo. Respondí: “pero lo han abolido”. Se me respondió: “el Papa lo quiere”. En pocas horas, organicé las repeticiones de canto y, con gran alegría, cantamos de nuevo lo que la Iglesia había cantado por siglos en aquel día. ¡Todo esto para decir que, cuando se hacen desgarros en el tejido litúrgico, esos agujeros son difíciles de cubrir y se ven! Nuestra liturgia plurisecular debemos contemplarla con veneración y recordar que, en el afán de “mejorarla”, corremos el riesgo de hacerle sólo daños.
*
Maestro, ¿qué papel tuvo la música en este proceso?
Tuvo un rol importante por varias razones. El melindroso cecilianismo, al cual ciertamente Perosi no fue ajeno, introdujo con sus aires pegadizos un sentimentalismo romántico nuevo, que nada tenía que ver con aquella densidad elocuente y sólida de Palestrina. Ciertas extravagancias de Solesmes habían cultivado un gregoriano susurrado, fruto también de aquella pseudo restauración medievalizante que tanta suerte tuvo en el siglo XIX.
Cundía la idea de la oportunidad de una recuperación arqueológica, tanto en música como en liturgia, de un pasado lejano del cual nos separaban los así llamados “siglos oscuros” del Concilio de Trento… Arqueologismo, en resumen, que no tiene nada que ver con la Tradición y que quiere restaurar lo que tal vez nunca ha existido. Un poco como ciertas iglesias restauradas en estilo “pseudo-románico” por Viollet-le-Duc.
Por lo tanto, entre un arqueologismo que quería remitirse al pasado apostólico, prescindiendo de los siglos que nos separan de ellos, y un romanticismo sentimental, que desprecia la teología y la doctrina en una exaltación del “estado de ánimo”, se preparó el terreno para aquella actitud de suficiencia respecto a lo que la Iglesia y nuestros Padres nos habían transmitido.
*
¿Qué quiere decir, Monseñor, cuando en el ámbito musical ataca a Solesmes?
Quiero decir que el canto gregoriano es modal, no tonal; es libre, no ritmado, no es “uno, dos tres, uno dos tres”; no se debía despreciar el modo de cantar de nuestras catedrales para sustituirlo con un susurro pseudo-monástico y afectado. No se interpreta un canto del Medioevo con teorías de hoy sino que se lo toma como ha llegado hasta nosotros; además, el gregoriano sabía ser también canto de pueblo, cantando con fuerza nuestro pueblo expresaba su fe. Esto Solesmes no lo entendió, pero todo esto sea dicho reconociendo el gran y sabio trabajo filológico que hizo con el estudio de los manuscritos antiguos.
*
Maestro, ¿en qué punto estamos, entonces, de la restauración de la música sagrada y de la liturgia?
No niego que haya algunos signos de restablecimiento. Sin embargo, veo el persistir de una ceguera, casi una complacencia por todo lo que es vulgar, grosero, de mal gusto e incluso doctrinalmente temerario… No me pida, por favor, que dé un juicio sobre las “chitarrine” y sobre las “tarantelle” que todavía nos cantan durante el ofertorio… El problema litúrgico es serio, no se debe escuchar a aquellas voces que no aman a la Iglesia y que se lanzan contra el Papa. Y si se quiere sanar al enfermo, hay que recordar que el médico piadoso hace la llaga purulenta…
***
Fuente: Disputationes Theologicae
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

miércoles, 6 de abril de 2011

Proceso de protestantización del Catolicismo - P. Horacio Bojorge


Proceso de protestantización del Catolicismo
P. Horacio Bojorge S.J.


Si el poder político de Constantino y sus sucesores se empeñó en lograr la unidad de la Iglesia católica como un bien político, parecería que el poder político global del mundo moderno favoreciera, por serle más congenial, al cristianismo protestante y la protestantización del catolicismo.

“Desviaciones doctrinales análogas a las que efectuó en su época la Reforma Protestante” SS Paulo VI (27-6-67).


Federico Mihura Seeber, en su introducción al primer tomo de “La Nave y las tempestades”, del P. Alfredo Sáenz S.J., (Ed. Gladius, Buenos Aires 2002) observaba atinadamente, que las olas y los embates sufridos por la Iglesia en el pasado serán los mismos que sufrirá más tarde, “sólo que mucho más graves”. Lo que Mihura Seeber observa acerca de las primeras persecuciones y herejías, vale también para la novena tempestad que el Padre Alfredo Sáenz nos presenta en el volumen titulado: La Reforma Protestante, que acaba de presentarse el 30 de noviembre del 2005 en Buenos Aires, y para el cual fueron escritas las páginas siguientes a modo de estudio preliminar.

En efecto, son numerosas, desde diversos sectores, y muchas de ellas muy cualificadas, las voces que afirman que el catolicismo continúa sufriendo hoy un proceso de protestantización. Un proceso que, según algunas de esas voces, sería aún más severo y más grave hoy que en el pasado. Bien puede decirse, a creerle a esas voces, que el efecto de la Reforma protestante no ha terminado aún y que asistimos en nuestros días a nuevos capítulos de ese proceso y hasta a una radicalización del mismo. De ahí que lo que nos dice en este volumen el Padre Sáenz resulte tan iluminador para comprender muchos hechos de la vida del catolicismo contemporáneo. En muchos aspectos puede comprobarse que la historia continúa.

Creo que la historia nos enseña a descubrir que el espíritu protestante nació en el seno del catolicismo y que sigue naciendo en él y de él. La Reforma protestante brota y sale de la Iglesia católica. Se plantea en sus comienzos como lo auténtico frente a lo inauténtico.

La Misa Romana: Historia del Rito. Capítulo 5º: La liturgia de la Palabra o lecturas. Parte 1ª: La epístola


 El primer testimonio de un acto de oración previo a la celebración eucarística lo debemos a San Justino, que hacia el año 150 escribió lo siguiente en el capítulo 67 de su Apología: “…en el día que se llama del sol, se reúnen en un mismo lugar tanto los que habitan en las ciudades como en el campo y se leen los comentarios de los Apóstoles, o los escritos de los profetas por el tiempo que se puede. Después, cuando ha terminado el lector, el que preside toma la palabra para amonestar y exhortar a la imitación de cosas tan insignes. A continuación nos levantamos todos a la vez y elevamos preces y cuando dejamos de orar se traen pan, vino y agua”.
Por otro texto de Tertuliano del siglo II (De anima cap. 9) sabemos que ya entonces se añadía a estos actos de oración otro elemento: el canto o recitación de los salmos. Desde entonces vuelven siempre los mismos elementos en las descripciones que poseemos del culto cristiano en los primeros siglos, por ejemplo en las Constituciones Apostólicas, donde se encuentra la primera noticia de un solo cantor recitando el salmo entero.
No cabe duda de que las lecturas tienen por fin la instrucción de los fieles. Instrucción en un sentido moral y religioso, preparándoles para la asistencia digna al sacrificio eucarístico. Es pues necesario utilizar en las lecturas una lengua que entienda el pueblo. Ya al crecer en Roma el número de cristianos latinos comenzaron a traducirse las Sagradas Escrituras y a leerse en la lengua del pueblo: el latín común. Pero lo mismo que pasó en Roma tuvo lugar en todas las ciudades en las que había cristianos. Al perderse el uso del griego en la vida ordinaria, pasaron a traducir la Palabra de Dios a la lengua que más se hablaba: sirio, armenio, copto, árabe o eslavo.
Durante los años iniciales del Movimiento Litúrgico se hizo mucho con la traducción y amplia difusión del “Misal de los Fieles”.Más tarde durante el pontificado de Pío XII se fue implantando la costumbre, especialmente los domingos y días de gran concurrencia de fieles, de leer las lecturas en lengua vernácula, vuelto el sacerdote hacia el pueblo. Finalmente la costumbre se extendió y se hizo norma en la reforma litúrgica del Vaticano II como un paso de gigante para la comprensión de la Palabra de Dios y su aprovechamiento.
El número de lecturas
Durante los primeros siglos del cristianismo las lecturas pre-evangélicas, tomadas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento eran muchas y variadas, especialmente en los tiempos de Cuaresma y en las Vigilias, como la del Sábado Santo o Pentecostés y en las Témporas.
Más tarde parece ser se redujeron únicamente a dos el número de lecturas leídas antes del Evangelio, una del Antiguo Testamento y otra de las Cartas de San Pablo o de otros Apóstoles. Por eso desde el siglo XIII esa segunda lectura se llamó sencillamente epístola, mientras la veterotestamentaria conservó la denominación de “lectio” (lección o lectura). Al final de cada una de las lecturas, y procedente su uso de la liturgia hispánica que lo había adoptado de la norteafricana, fue consolidándose el “Deo Gratias” (Demos gracias a Dios) no sólo como contestación a las lecturas, sino también a los avisos que se daban al final de cada función religiosa, anunciando las próximas reuniones. El mismo empleo pasó a Roma a partir del siglo VIII. El “Deo Gratias” servía para manifestar que uno había entendido bien lo que se le decía. Es el mismo sentido que aparece en la regla de San Benito al mandar a los monjes que contesten con el Deo Gratias cuando oigan llamar a la puerta.
Desde el siglo VII la lectura de la epístola correspondía al subdiácono; anteriormente cuando se leían todavía varias lecturas veterotestamentarias, un lector, que debía ser persona distinta del que presidía la asamblea, estaba encargado de su lectura. Y bien pronto el leer las lecciones constituyó un cargo especial entre el clero. A partir del siglo VI aparecen con frecuencia niños como lectores. Estos lectores jóvenes vivían en comunidad, formando el mejor plantel de vocaciones sacerdotales. Pero prevaleció el criterio de que, para más solemnidad, recitaran las lecturas clérigos de mayor categoría. Con esto, el grado de lector perdió su sentido originario y su actualidad, como orden menor.
Ni siquiera con la reforma litúrgica posterior al Vaticano II ha quedado suficientemente valorada y cuidada la figura del lector: hoy en día, a menudo y de manera más o menos improvisada, algunos seglares leen las lecturas sin mayor preparación y esmero que la que el propio talante les concede, desdiciendo tantas veces del decoro y belleza de la propia celebración.
El sitio
Las lecturas, epístola y evangelio, también se distinguían entre si, además de por el ministro que las leía y los ritos que la precedían y sucedían (“Dominus vobiscum”, incienso y beso litúrgico y “Laus tibi, Christe” para el evangelio y nada de ello para la epístola) por el lugar desde donde se proclamaban. Ya en los siglos III y IV se habla de un sitio más elevado para que todos entendiesen las lecturas. Esta conveniencia, mejor dicho necesidad, llevó con el tiempo a la introducción del ambón, especie de tarima con barandilla, situada en el límite que divide la nave con el presbiterio.
Al principio no había más que un solo ambón: por eso, para realzar la lectura del evangelio, debía leerse la epístola y la salmodia no en lo alto del ambón, sino en una de sus gradas. En la Edad Media comenzó la distinción entre lado del evangelio y de la epístola, aunque al mismo tiempo los ambones desaparecieron por completo, alejándose del presbiterio y convirtiéndose en púlpitos.
Entre las novedades recientemente introducidas por Benedicto XVI en la celebraciones de la Capilla Papal (Misa del Papa en la Basílica de San Pedro o en las otras basílicas romanas) figuran la colocación de la Cátedra Apostólica en el lado evangelio en el inicio de la nave y de un ambón entarimado a la manera medieval (como en la Basílica de Montserrat) en el lado epístola justo enfrente de la cátedra, desde donde se proclaman las lecturas. Todo en la más estricta línea de la tradición litúrgica romana.
Próximo capítulo: Salmodia, verso aleluyático y tracto (o aclamación al evangelio)
Dom Gregori Maria

http://www.germinansgerminabit.org

omnesdicamus@gmail.comí

Maestro de Ceremonias Pontificias: Los cambios litúrgicos del Papa son realizados de acuerdo con la lógica de desarrollo de continuidad con el pasado

Czestochowa (Martes, 05-04-2011, Gaudium Press) Importantes declaraciones ha dado Mons. Guido Marini al semanario católico polaco Niedziela (www.niedziela.pl), sobre el sentido de las modificaciones litúrgicas introducidas por Benedicto XVI en las celebraciones de su pontificado. En entrevista concedida a Wlodzimierz Redzioch, el Maestro Papal de Ceremonias Pontificias habló sobre la belleza en la liturgia, las intenciones de los Padres conciliares en sus disposiciones al respecto y el papel del Sumo Pontífice como punto de referencia litúrgico para la Iglesia Universal, entre varios otros temas.
“El Papa es el Sumo Sacerdote, aquel que ofrece el sacrificio de la Iglesia, el que ofrece la enseñanza litúrgica a través de celebraciones – el punto de referencia para todos”, sentenció Mons. Marini.
Preguntado por el significado concreto de modificaciones tales como celebraciones dirigidas hacia la cruz, la Santa Comunión recibida directamente en la boca y de rodillas, y largos momentos de silencio y meditación, el Maestro de Ceremonias expresó, en sintéticas reflexiones, que “celebrar dirigido hacia la cruz hace hincapié en la dirección correcta de la oración litúrgica, es decir, hacia Dios; durante las oraciones los fieles no han de mirarse a sí mismos sino que deben dirigir sus ojos hacia el Salvador”.
“Dar la hostia a la gente arrodillada busca dar valor al aspecto de adoración, tanto como elemento fundamental de la celebración, así como actitud necesaria, mientras contemplamos el misterio de la presencia real de Dios en la Eucaristía. Durante la celebración litúrgica la oración asume diversas formas: palabras, canciones, música, gestos y silencios. Por otra parte, los momentos de silencio nos permiten participar realmente en el acto de adoración, y lo que es más, desde el interior evocar cualquier otra forma de oración”, expresó Mons. Marini.
“Estos son cambios realizados de acuerdo con la lógica de desarrollo de continuidad con el pasado. Así, nosotros no nos ocupamos de romper con el pasado y con yuxtaponernos a pontificados anteriores. (…) los cambios introducidos sirven para evocar el verdadero espíritu de la liturgia como el Concilio Vaticano II ha querido, “El ‘tema’ de la belleza intrínseca de la liturgia es Cristo mismo, resucitado y glorificado en el Espíritu Santo, quien incluye a la Iglesia en su obra”, afirmó.
En claras y profundas reflexiones, y tras resaltar la importancia de la exhortación apostólica “Sacramentum Caritatis”, Mons. Guido Marini resaltó el papel de la belleza en la liturgia, belleza que constituye “una rica categoría litúrgica y teológica”: “Al igual que el resto de la Revelación cristiana, la liturgia es intrínsecamente vinculada a la belleza: es ‘veritatis splendor’ [esplendor de la verdad]. (…) Esto no es mero esteticismo sino el modo concreto en que la verdad del amor de Dios en Cristo llega a nuestro encuentro, nos atrae y nos deleita, permitiéndonos salir de nosotros mismos y llevándonos hacia nuestra verdadera vocación, que es el amor. La mayor verdadera belleza es el amor de Dios, que definitivamente se ha revelado a nosotros en el misterio pascual”, dijo.
“La belleza de la liturgia es parte de este misterio -continuó Monseñor-, es una expresión sublime de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un reflejo del cielo en la tierra. La Belleza, entonces, no es un mero adorno, sino un elemento esencial de la acción litúrgica, ya que es un atributo de Dios mismo y su revelación. “
Sobre el uso del latín en la liturgia, recomendado por el Concilio Vaticano II, Mons. Marini destacó su carácter de universalidad y el papel de comunión que puede desempeñar entre fieles de las más diversas nacionalidades, entre otros.
“Por encima de todo, tenemos un gran legado litúrgico en el Latín: desde el canto gregoriano a la polifonía, así como los ‘testi venerandi’ [textos sagrados] que los cristianos han utilizado durante mucho tiempo. Además, el Latín nos permite mostrar la catolicidad y la universalidad de la Iglesia. Podemos experimentar esta universalidad de una manera única en la Basílica de San Pedro y en otras reuniones internacionales cuando hombres y mujeres de todos los continentes, nacionalidades, idiomas, cantan y oran en el mismo idioma. ¿Quién no se sentirá como en casa cuando están en una iglesia en el extranjero y pueden unirse a sus hermanos en la fe, al menos en algunos momentos, utilizando el latín?”, manifestó.

viernes, 1 de abril de 2011

Calendario litúrgico para el mes de abril

 
ABRIL
 
 Normas generales de la Cuaresma:  
  • Los domingos de cuaresma son de I clase: no se permite conmemoración, ni de fiesta ni de solemnidad. Estas últimas (I clase) se trasnfieren al lunes (o siguiente libre)
  • Las ferias tienen cada día su misa propia. Las misas feriales de Lunes, Miércoles y Viernes tienen tracto después de la Epístola, en cuyo rezo ha de hacerse genuflexión. Al final de misa se dice la oración sobre el pueblo.
  • Las ferias de Cuaresma tiene preferencia ante las fiestas de los santos de III y IV clase, que se conmemoran. En las fiestas de I y II clase, se conmemora la feria.
  • Se prohiben las misas votivas y cotidianas de difuntos.
  • Se suspenden las solemnidades nupciales durante la cuaresma.
  • No se ponen flores ni reliquias en los altares.
  • Los ornamentos son morados si no se celebra la festividad de un santo.
  • Se permite el uso del órgano durante la misa solamente para sostener el canto. Nunca sólo.
VIERNES 1. Feria (III clase, morado) Misa propia, tracto (genuflexión) y prefacio de cuaresma.
Primer viernes de mes. Se permite misa votiva del Sagrado Corazón de Jesús (III clase, blanco, con gloria) en aquellos lugares donde se haga algún acto en su honor.
Abstinecia.
SÁBADO 2. Feria (III clase, morado) Misa propia, prefacio de cuaresma. Conmemoración de San Francisco de Paula.
Primer sábado de mes. Se permite misa votiva del Inmaculado Corazón de María (III clase, blanco con gloria) en aquellos lugares donde se haga algún acto en su honor. 
DOMINCO 3.   IV DOMINGO DE CUARESMA (LAETARE) (I clase, rosa o morado) Sin gloria, tracto, prefacio de cuaresma. Se permite la música intrumental y las flores.
LUNES 4. Feria (III clase, morado) Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de cuaresma. Conmemoración de san Isidoro.
MARTES 5. Feria (III clase, morado) Misa propia, prefacio de cuaresma. Conmemoración de san Vicente Ferrer.
MIÉRCOLES 6. Feria (III clase, morado) Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de cuaresma.
JUEVES 7. Feria (III clase, morado) Misa propia, prefacio de cuaresma.
Primer jueves de mes. Se permite misa votiva de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote (III clase, blanco con gloria) en aquellos lugares donde se haga algún acto por la santificación del clero.
VIERNES 8. Feria (III clase, morado)  Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de cuaresma.
SÁBADO 9. Feria (III clase, morado) Misa propia, prefacio de cuaresma.
  
TIEMPO DE PASIÓN 
  • Se mantienen las normas de la Cuaresma
  • Se suprime el salmo Iudica de las oraciones al pie del altarSe suprime el Gloria Patri del Introito Se suprime el Gloria Patri del salmo Lavabo. Se dice el Prefacio de la Santa Cruz. En las misas no se inciensa ni las imágenes de los santos, ni sus reliquias
  • Las imágenes y la cruz del altar han de estar cubiertos con velos morados.
DOMINGO 10. I DOMINGO DE PASIÓN (I clase, morado) Sin Gloria, Tracto, Credo y Prefacio de la Santa Cruz.
LUNES11. Feria (III clase, morado) Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de la Santa Cruz. Conmemoración de San León Magno.
MARTES 12. Feria (III clase, morado) Misa propia, prefacio de la Santa Cruz.
MIÉRCOLES 13. Feria (III clase, morado) Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de la Santa Cruz. Conmemoración de san Hermenegildo.
JUEVES 14. Feria (III clase, morado) Misa propia, prefacio de la Santa Cruz.  Conmemoración de san Justino y los Santos Tiburcio, Valeriano y Máximo.
VIERNES 15. Feria (III clase, morado)  Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de la Santa Cruz. Conmemoración de los siete dolores de Nuestra Señora.
En aquellos lugares donde en este día se haga un acto de devoción a la Virgen Dolorosa, se puede decir su misa propia –como la del 15 de septiembre- con la conmemoración de la feria (Blanco, se dice Gloria pero no Credo, se dice el Tracto, prefacio de la Virgen “in Trasfixione”)
Abstinencia.
SÁBADO 16. Feria (III clase, morado) Misa propia, prefacio de la Santa Cruz.
84 cumpleaños de su S.S. Benedicto XVI.
DOMINGO 17. II DOMINGO DE PASIÓN O DOMINGO DE RAMOS. (I clase)
  • Bendición y procesión (pluvial roja, y en su defecto, estola)
  • Santa Misa (morado). Lectura de la Pasión (sin Dnus. vob., sin señal de la cruz, sin beso ni per evangelica) . Prefacio de la cruz. (Si hubo bendición de los ramos, se omiten las oraciones preparatorias ante el altar hasta el "Oramus te")
  • Si no hubo bendición el Último Evangelio es sustituido por el Evangelio propio de la Bendición.
LUNES 18. LUNES SANTO (I clase, morado) Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de la Santa Cruz.
MARTES 19. MARTES SANTO (I clase, morado) Misa propia, prefacio de la Santa Cruz.
6º Aniversario de la elección del Papa Benedicto XVI. (No se permite misa votiva de aniversario)
MIÉRCOLES 20. MIÉRCOLES SANTO (I clase, morado) Misa propia, tracto (genuflexión), prefacio de la Santa Cruz.
TRIDUO PASCUAL

JUEVES 21. JUEVES SANTO. (I clase, blanco)
  • Gloria -durante el cual se tocan las campanas-, no Credo.
  • Prefacio de la Santa Cruz.
  • Infra actionem y Hanc ígitur propios.
  • En el Agnus Dei se dice en los tres: misere nobis.
  • Se omite la 1ª oración preparatoria de la comunión. No se da la paz.
  • Al final se dice Benedicamus Dómino.
  • Despues de la misa se ha de trasladar el Santísimo a una capilla preparada. Se venera con doble genuflexión. 
  • Despues del traslado del Santísimo, el sacerdote deja los ornamentos blancos, y con estola morada se realiza el despojo de los altares(manteles, cruz,  candelabros). Delante del altar se hace inclinación profunda. También se debe retirar el agua bendita. 
  • Sólo se permite una misa por cada iglesia. Los sacerdotes que no celebran, comulgan en la misa.
Colecta Caritas. 

VIERNES 22. VIERNES SANTO (I clase) Solemne función litúrgica. No hay misa. En las tres primeras partes (Lecturas, Oraciones y Adoración de la cruz) se utilizan ornamentos negros; en la comunión se revisten de morado.
  • Despues de la adoración de la cruz, se hace genuflexión.
  • Indulgencia plenaria a los que veneren y besen devotamente la Santa Cruz.
  • Colecta para los Santos Lugares
  • Ayuno y abstinencia.
SÁBADO 23. SÁBADO SANTO (I clase, morado y blanco)
  • Bendición del fuego nuevo.
  • Bendición del cirio pascual y procesión
  • Pregón pascual
  • Lecturas
  • 1ª Letanías, bendición del agua bautismal, renovación de las promesas bautismales, 2ª parte de las letanías
  • Santa Misa (sin oraciones al pie del altar). Gloria, no credo ni ofertorio. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. No se dice Agnus Dei ni ant. de comunión
  • No se permite la misa privada de la Vigilia.
DOMINGO 24. DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN (I clase, blanco) Gloria. Secuencia. Credo. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. Ite missa est con doble aleluya.
6º Aniversario del Inicio del Pontificado de S.S. Benedicto XVI.
LUNES 25. Lunes de Pascua (I clase, blanco) Gloria. Secuencia. Credo. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. Ite missa est con doble aleluya.
MARTES 26. Martes de Pascua (I clase, blanco) Gloria. Secuencia. Credo. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. Ite missa est con doble aleluya.
Procesión de las Letanías Mayores trasladadas (morado) La misa este año ha de ser la de la Octava de Pascua. Todos aquellos que están obligados al rezo del breviario y no participan en la procesión deben recitarlas privadamente después del "Benedicamus Domino" de laudes.
MIERCOLES 27. Miércoles de Pascua (I clase, blanco) Gloria. Secuencia. Credo. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. Ite missa est con doble aleluya.
JUEVES 28. Jueves de Pascua (I clase, blanco) Gloria. Secuencia. Credo. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. Ite missa est con doble aleluya.
VIERNES 29. Viernes de Pascua (I clase, blanco) Gloria. Secuencia. Credo. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. Ite missa est con doble aleluya.
SÁBADO 30. Sábado in Albis (I clase, blanco) Gloria. Secuencia. Credo. Prefacio de Pascua. Comunicantes et infra-actione propio. Ite missa est con doble aleluya.
 La fiesta de San José Obrero se traslada para el 2 de mayo.