Carta Apostólica en forma de Motu Proprio “Latina lingua” con la cual se instituye la Pontificia Academia Latinitatis
1. La lengua
latina ha sido siempre tenida en altísima consideración por la Iglesia
Católica y por los Romanos Pontífices, los cuales han promovido
asiduamente el conocimiento y la difusión, habiendo hecho de ella la
propia lengua, capaz de transmitir universalmente el mensaje del
Evangelio, como ya es afirmado con autoridad por la Constitución
Apostólica Veterum sapientia de mi Predecesor, el Beato Juan XXIII.
En realidad, desde
Pentecostés, la Iglesia ha hablado y ha rezado en todas las lenguas de
los hombres. Sin embargo, las Comunidades cristianas de los primeros
siglos usaron ampliamente el griego y el latín, lenguas de comunicación
universal del mundo en que vivían, gracias a las cuales la novedad de la
Palabra de Cristo encontraba la herencia de la cultura
helenista-romana.
Después de la
desaparición del Imperio romano de Occidente, la Iglesia de Roma no sólo
continuó valiéndose de la lengua latina, sino que se hizo, en cierto
modo, custodia y promotora de ella, tanto en ámbito teológico y
litúrgico, como en el de la formación y de la transmisión del saber.
2. También en
nuestros tiempos, el conocimiento de la lengua y de la cultura latina
resultan muy necesario para el estudio de las fuentes de las que se
sirven, entre otras, numerosas disciplinas eclesiásticas, como por
ejemplo, la Teología, la Liturgia, la Patrística y el Derecho Canónico,
como enseña el Concilio Ecuménico Vaticano (cfr Decr. Optatam totius,
13). Además, en esta lengua están redactadas, en su forma típica, para
evidenciar el carácter universal de la Iglesia, los libros litúrgicos
del Rito romano, los documentos más importantes del Magisterio
pontificio y las Actas oficiales más solemnes de los Romanos Pontífices.
3. En la cultura
contemporánea se nota, sin embargo, en el contexto de un generalizado
debilitamiento de los estudios humanistas, el peligro de un conocimiento
cada vez más superficial de la lengua latina, incluso en el ámbito de
los estudios filosóficos y teológicos de los futuros sacerdotes. Por
otra parte, precisamente en nuestro mundo, en que ocupan tanto lugar la
ciencia y la tecnología, se encuentra un interés renovado por la cultura
y la lengua latina, no sólo en aquellos continentes que tienen las
propias raíces culturales en la herencia grecorromana. Esta atención es
muy significativa ya que no concierne solamente a los ámbitos académicos
e institucionales, sino también a los jóvenes y estudiosos procedentes
de naciones y tradiciones muy diversas.
4. Es, por eso,
urgente sostener el empeño de un mayor conocimiento y un uso más
competente de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesial, como en el
mundo más vasto de la cultura. Para dar relieve y resonancia a ese
esfuerzo, resultan muy oportunas la adopción de métodos didácticos
adecuados a las nuevas condiciones y la promoción de una red de
relaciones entre las instituciones académicas y entre los estudiosos,
con el fin de valorizar el rico y multiforme patrimonio de la cultura
latina.
Para contribuir a
alcanzar esos objetivos, siguiendo las huellas de mis venerados
Predecesores, con el presente Motu Proprio instituyo hoy la Pontificia
Academia de Latinidad, dependiente del Pontificio Consejo para la
Cultura. Es dirigida por un Presidente, ayudado por un Secretario,
nombrados por mí, y por un Consejo Académico.
La Fundación Latinitas, constituida por el Papa Pablo VI, con el Quirógrafo Romani Sermonis, del 30 de junio de 1976, se extingue.
La presente Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, con la cual apruebo ad experimentum, por un quinquenio, el único Estatuto, ordeno que sea publicada en L’Osservatore Romano.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 10 de noviembre del 2012, memoria de San León Magno, en el octavo año de Pontificado.
BENEDICTUS PP XVI
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