sábado, 25 de junio de 2011

El esplendor de la Tradición en la Misa papal de San Marino

La Buhardilla de Jerónimo El Papa Benedicto XVI realizó, el pasado domingo, una visita pastoral a la diócesis de San Marino-Montefeltro, en la República de San Marino, donde celebró la Santa Misa, en una ceremonia que se destacó particularmente por el cuidado y la dignidad de la Liturgia. Presentamos la interesante entrevista que Messainlatino realizó al joven liturgista de la diócesis, que tuvo a su cargo la preparación de dicha ceremonia.
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Don Marco, ¿quiere tener la amabilidad de compartir con los lectores de Messainlatino sus observaciones generales sobre la celebración eucarística del domingo pasado? ¿El Papa ha apreciado?


¡Ha sido una jornada espléndida e inolvidable! Como Delegado para la Liturgia de la Visita del Santo Padre, se me permitió realizar, en sintonía con las indicaciones recibidas de la diócesis, algunas opciones bien precisas que, si bien podrían parecer pequeñas a los ojos de muchos, en realidad tenían un único objetivo: favorecer la educación en la fe del pueblo de Dios que se reuniría en torno al Sucesor de Pedro en una situación (un estado de fútbol) ciertamente no óptima.


Por los comentarios recibidos de las personas que entre ayer y hoy encontré, pienso que este objetivo ha sido alcanzado. Más allá de las realizaciones más o menos perfectas de tales opciones.


Pero, valga para todos, el comentario sincero y espontáneo del Papa que, al final de la celebración, dijo a Mons. Negri: “Excelencia, gracias por esta bella celebración y por la música que habéis elegido: ¡me parecía estar en casa!”.


La parte musical fue seguida (y en parte ejecutada) por un querido hermano, que supo combinar sabiamente las mejores tradiciones del canto litúrgico de la Iglesia: el gregoriano (las antífonas del Missale Romanum), los corales (como, por ejemplo, el “Te alabamos, Trinidad”, traducción de un canto alemán querido por el Papa) y la música instrumental (una Misa de Mozart).


En lo que respecta, en cambio, a las opciones hechas para la Santa Misa, nos hemos servido de jóvenes excelentes, provenientes tanto del Seminario de Bolonia como también de otros muchachos que normalmente ayudan en Misa, también en la forma extraordinaria: esto nos permitió estar seguros de los movimientos y tranquilos en lo que concierne a los gestos, que algunos podrán considerar como algo de poco valor, pero que creemos que son igualmente importantes que todo lo demás. Y de este modo, ver a todos los ministros hacer la inclinación, junto al Papa y los obispos concelebrantes, cuando era nombrado el nombre de Jesucristo, ha sido realmente conmovedor. También porque, más allá de que un muchacho pueda comprender determinados gestos, el hecho mismo de hacerlos lo ayuda a comprender.


No siendo todos seminaristas, había dado también indicaciones precisas sobre el modo de vestir: una persona me ha agradecido por haber visto “tantos sacerdotes vestidos como sacerdotes”.
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En los límites impuestos por el elástico Novus ordo Missae, ha habido ulteriores opciones litúrgicas realizadas por usted que han infundido fuertes elementos de continuidad tradicional en el rito, en plena adhesión, por otro lado, al diseño litúrgico restaurador del Papa Benedicto que, evidentemente por esto, se ha sentido “como en casa”.


¿Otras opciones? Hemos decidido que se rece el Canon Romano (en latín, como pide la Santa Sede) porque, además de considerarlo un signo de homenaje al Santo Padre, es ciertamente rico desde un punto de vista teológico. Las críticas no han faltado: “pero no se comprende, es demasiado difícil para la gente normal”. La respuesta que dimos, ciertamente un poco apresurada, es esta: “Bien, ¡de este modo estarán más atentos!”. Y debo decir que en aquel estadio, durante la Plegaria eucarística, ¡se han oído sólo las palabras de los concelebrantes y el sonido de la campana!


Hemos querido también que el altar realizado para la ocasión pudiese resaltar como lugar: se hizo de dos maneras. En primer lugar, utilizando un frontal muy antiguo y de valor, pero sobre todo poniendo sobre el altar siete candeleros muy preciosos con el Crucifijo en el centro. Debo decir, tal vez con una pizca de orgullo, que también aquí hemos logrado el objetivo, visto que muchos me han dicho que su mirada fue atraída por aquella belleza, fija en aquel punto. ¡Y estamos hablando, lo repito, de un estadio, no de una basílica romana!
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Es verdad que se trata de la diócesis de Mons. Negri pero… ¿no le han reprochado estas opciones?


En realidad, no pienso que mi comisión haya hecho opciones “excepcionales”: personalmente trato sólo de comprender las señales que nuestros Pastores, comenzando por el Santo Padre, están dando y han dado. Lamentablemente, fuera del coro unánime y positivo, algunos sacerdotes nos han reprochado haber “adornado el altar de ese modo”. A uno de ellos le respondí: “Puedo entender que a usted no le agrade (la contra-propuesta era poner dos candeleros pequeños de un lado y flores del otro) pero pienso que, como yo, debería al menos tener la humildad de hacerse dos preguntas: ¿por qué la indicación es hacerlo de esta manera? Y la segunda: siendo sacerdotes, ¿por qué nos resulta tan difícil comprender estas opciones?


Y aquí llegamos a la cuestión de la comunión. En particular suscitó perplejidades a algunos el hecho de que, en las moniciones preparadas, se hubiese añadido la siguiente frase: “La Comunión, según las disposiciones universales vigentes, será distribuida sólo y exclusivamente en la lengua…”. Un sacerdote me reprochó diciéndome que no podíamos decir algo así teniendo en cuenta que en Italia se puede recibir la Comunión en la mano. Le hice notar, sin embargo, que lo que se había dicho era correcto. De hecho, según las “disposiciones universales vigentes”, la Santa Comunión puede ser distribuida sólo en la lengua. Distinta es la situación en Italia (y en otros países) en donde, a través de un indulto de la Santa Sede y por pedido de las Conferencias Episcopales, se permite también recibirla en las manos. Además, y es este el caso, la opción de la Diócesis estaba bien ponderada a causa del carácter extraordinario de la situación…
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En efecto, es la primera vez, por lo que sabemos, en que se da un claro mensaje a los fieles y se los invita a recibir la comunión en la lengua (y, si es posible, de rodillas), dando también una sucinta catequesis eucarística y recordando la obligatoriedad de la previa confesión. Este es el texto difundido antes de la Misa: “Los fieles que, habiéndose confesado, se encuentran actualmente en estado de Gracia y que, por lo tanto, pueden recibir el Santísimo Cuerpo del Señor, se acercarán al ministro más cercano a ellos. La Comunión, según las disposiciones universales vigentes, será distribuida sólo y exclusivamente en la lengua, con el fin de evitar profanaciones pero sobre todo para educarnos en tener una cada vez mayor y más alta consideración del Santo Misterio que es la Presencial Real de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, no será permitido a nadie recibir la Comunión en las propias manos. Después de haber hecho la debida reverencia, adoraremos la Hostia que es sucesivamente apoyada sobre la lengua. Para quien no estuviese impedido por motivos de espacio o de salud, la Comunión puede ser recibida también estando de rodillas”. Explíquenos un poco.


El motivo de esta opción y la consiguiente prohibición de dar la Comunión en la mano surgió de dos reflexiones: la primera es contingente y es la de evitar que sucediese, como tantas otras veces, de encontrar en alguna subasta online las Hostias consagradas por un Papa; pero sobre todo deseábamos con este gesto que se pudiese ayudar al pueblo a comprender la sublimidad de tal Misterio y, por lo tanto, a tener un mayor respeto por él. Un sacerdote me dijo que “las manos no son ciertamente menos dignas que la lengua”. Esto es cierto, pero también es ciertamente más difícil que las Hostias caigan, ¡sobre todo en una situación particular como la Misa en un estadio! El pueblo ha entendido, ha apreciado y muchos han venido agradecer, ¡también de entre aquellos que no me lo habría esperado! Mirabile dictu!
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Pero no ha sido sólo la Misa del domingo, durante el viaje del Papa…


En Pennabilli, pocos tal vez lo han visto en directo, ha habido al menos una particularidad digna de mención.


Preparando el libreto del encuentro buscamos elegir los cantos de modo que tomáramos en consideración las propuestas que la Comisión de Pastoral Juvenil había hecho. De este modo, junto a Jesus Christ de Frisina, añadimos una canción de escucha que pudiera dejar a los jóvenes con la boca abierta: “Gloria a Dios”, de la Misa Criolla. Comprendo que ha sido una opción arriesgada incluso en un contexto para-litúrgico, pero al final el Santo Padre estaba tan conmovido que incluso aplaudió por la belleza del canto. Al final, un canto cielino a la Virgen: “Ave Maria, Splendor del Mattino”.


Al igual que en el óptimo almuerzo en la Casa San José (el lugar que nos hospedaba y donde luego reposó el Papa), hubo un dulcis in fundo. Se trató de un canto que, según el decir de un altísimo prelado presente en el atrio de la Catedral, mientras lo cantaba con todo el aliento posible, “no se escuchaba desde hacía muchísimos años”. ¡El canto ha sido nada menos que “Bianco Padre”!


Habría podido cambiar todo pero personalmente deseaba que pudiera ser cantado en vivo: ha sido extraordinario ver a cinco mil jóvenes (según los periódicos) cantar en la presencia del Papa este canto dedicado a él. Y pienso que, para la educación de nuestro pueblo, ha sido fundamental para comprender todo el amor que nosotros debemos tener por el “dulce Cristo en la tierra”.
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¿El Papa lo apreció?


El Papa estaba entusiasmado: cuando fue el momento de los saludos, me agradeció mucho por el trabajo realizado, diciendo que toda la jornada había estado caracterizada por la belleza (¿o Belleza?) que permitió vivir con oración y devoción esta visita que, incluso con la particularidad del huésped, ¡es siempre una visita pastoral!


Sólo puedo esperar que esta visita a San Marino-Montefeltro pueda servir de ejemplo (ciertamente no es el único y tal vez tampoco el mejor, aún si deseo que el “espíritu” haya sido el correcto) y permita dar un paso más hacia aquella sana visión teológico-litúrgica en la cual el Papa está tratando de educar a la Iglesia de Cristo. ¡Porque sólo de este modo el círculo hermenéutico entre lex credendi y lex orandi se puede realizar sin dificultades!
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jueves, 23 de junio de 2011

Solemnidad del Corpus Christi en Santa Fe- Argentina


 Una Voce el Litoral publica imágenes  la Santa Misa tradicional celebrada el día de la Solemnidad de Corpus Christi   en la Iglesia de Ntra Señora del Santísimo Rosario, ciudad de Santa Fe (Argentina). Recordemos que la Misa tradicional se celebra de lunes a viernes a las 11.00 hs. y los Domingos y fiestas de guardar a las 11.15 hs.

Secuencia de Corpus Christi




Secuencia de Corpus Christi

Traducción del Misal del R.P. don Andrés Azcárate OSB
(1943)

Canta, oh Sion, con voz solemne
al que a redimirte viene,
a tu Rey, y a tu Pastor,

2. Alaba cuanto se puede,
que a toda alabanza excede,
toda es poca en su loor.

3. De alabanza sin medida,
el pan vivo y que da vida,
alto objeto es hoy doquier.

4. Que al colegio de los Doce,
nuestra Iglesia reconoce,
dado en la cena postrer.

5. Al cantar lleno y sonoro,
con transporte, con decoro,
acompañe el corazón.

6. Pues la fiesta hoy se repite,
que recuerda del convite,
la primera institución.

7. Nueva Pascua es la ley nueva,
el Rey nuevo al mundo lleva,
y a la antigua pone fin.

8. Luz sucede a noche oscura,
la verdad a la figura,
el nuevo al viejo festín.

9. Lo que practicó en la cena,
repetirlo Cristo ordena,
en memoria de su amor.

10. Y en holocausto divino
consagramos pan y vino,
al ejemplo del Señor.

11. Siendo dogma, el fiel no duda
que en sangre el vino se muda
y la hostia en carne divina.

12. Lo que ni ves ni comprendes
con fe valiente defiendes
por ser preternatural.

13. Bajo especies diferentes
sólo signos y accidentes,
gran portento oculto está.

14. Sangre, el vino es, del Cordero;
carne el pan; mas Cristo entero
bajo cada especie está.

15. No en pedazos dividido,
ni incompleto, ni partido,
sino entero se nos da.

16. Uno o mil su cuerpo tomen,
todos entero lo comen,
ni comido pierde el ser.

17. Recíbelo el malo, el bueno:
Para éste es de vida lleno,
para aquél manjar mortal.

18. Vida al bueno, muerte al malo,
da este manjar regalado.
¡Oh qué efecto desigual!

19. Dividido el Sacramento,
no vaciles un momento,
que encerrado en el fragmento
como en el total está.

20. En la cosa no hay fractura,
la hay tan sólo en la figura,
ni en su estado ni estatura
detrimento al cuerpo da.

21. ¡Pan del Ángel, pan divino,
nutre al hombre peregrino;
pan de hijos, don tan fino,
no a los perros se ha de echar!

22. Por figuras anunciado,
en Isaac es inmolado,
maná del cielo bajado,
Cordero sobre el altar,

23. ¡Buen pastor, Jesús clemente!
tu manjar de gracia fuente,
nos proteja y apaciente,
y en la alta región viviente,
haznos ver tu gloria, ¡oh Dios!

24. Tú, que lo sabes y puedes,
y que al mortal lo sostienes;
por comensales perennes,
al festín de eternos bienes
con tus Santos, llámanos.

¡Amén –Aleluya!


Santo Tomás de Aquino y la Fiesta de Corpus


El oficio de Corpus Christi

El siglo XIII fue escenario de un acontecimiento litúrgico de una magnitud irrepetible: la institución de la fiesta de Corpus Christi. Ninguna de las fiestas universales establecidas por la Iglesia en siglos posteriores fue instaurada con las características con que Roma lo quiso para la fiesta del Santísimo Sacramento: una fiesta en jueves, de precepto y con octava. Podemos afirmar que fue con esta solemnidad y en este siglo, que el año cristiano recibió su complemento al menos en cuanto se refiere a las grandes líneas del calendario.

Esta festividad, tan estimada por toda la catolicidad, fue establecida para ser un solemne testimonio de la fe de la Iglesia en el augusto misterio de la Eucaristía.

La herejía de Berengario de Tours, desde el siglo XI, había hecho necesario una especie de “resarcimiento litúrgico” a favor de la fe en la presencia real: el rito de la elevación de la hostia y el cáliz, para ser adorados por el pueblo, inmediatamente después de la consagración. Este signo litúrgico arraigó rápidamente y tuvo una gran difusión.

En el siglo XIII, se elaboran nuevos ataques contra este dogma capital de una religión fundada en el misterio del Verbo encarnado para unirse a la naturaleza humana. Aparecían los precursores de los “sacramentarios”, nombre dado en el siglo XVI a todos aquellos reformados que en el Sacramento de la Eucaristía solo veían un “símbolo sin realidad”.

Los valdenses y los cátaros albigenses prepararían el camino a Wicleff y a Juan Huss, todos ellos precursores de Lutero y Calvino.

Era pues tiempo de que la Iglesia hiciera resonar su voz: la fiesta de Corpus Christi fue decretada por el Papa Urbano IV en 1264. Y no únicamente una fiesta de primer orden fue añadida a las fiestas instituidas por los Apóstoles, sino una procesión espléndida, en la cual debe llevarse el Cuerpo del Señor con todo fasto y pompa. Esta procesión no tardaría en igualar y en cierta manera superar a la procesión del Domingo de Ramos y a la de Rogativas.

Para celebrar un tan grande misterio era necesario componer un nuevo Oficio que respondiese al entusiasmo de la Iglesia y a la grandeza del tema. La Liturgia no decepcionó en nada las esperanzas que el pueblo cristiano había depositado en la Iglesia.

Aquello que llama la atención en este Oficio (tanto en la Misa “Cibavit eos” como en el Breviario) compuesto por Santo Tomás de Aquino es la forma majestuosamente escolástica que presenta. Cada uno de los responsorios de Maitines está compuesto de dos sentencias, sacadas uno del Antiguo y otra del Nuevo Testamento, como si ambas Alianzas diesen testimonio de una misma fe, preanunciada y realizada. Esta idea grandiosa es una novedad con respecto a las composiciones de San Gregorio y de los otros autores litúrgicos de la Antigua Liturgia.

Todo el genio metódico del siglo XIII aparece en la prosa “Lauda Sion”, obra asombrosa de Santo Tomás. Es aquí que la grandísima altura de la escolástica, filosofía no desencarnada y troncada como las filosofías modernas, sino completa y totalizante como ninguna, ha sabido adaptarse sin dificultad al ritmo y a las cadencias de la lengua latina. Nunca jamás se pudo conseguir una exposición teológicamente tan fiel y precisa de un dogma aparentemente tan abstracto, convirtiéndolo en cercano, dulce y fuente de alimento espiritual para los corazones de los fieles. ¡Qué majestad en el inicio de este poema sublime! ¡Qué manera más delicada de exponer la fe de la Iglesia! ¡Con qué gracia y naturalidad son recordadas, al final, las figuras de la Antigua Ley que anunciaban el Pan Angélico, el Cordero Pascual y el Maná!

De esta manera se verifica la tesis que anteriormente había establecido: que todo sentimiento de orden doctrinal se resuelve siempre en armonía. En santo Tomás de Aquino, el más perfecto de los escolásticos del siglo XIII, encontramos el poeta más sublime.”

Para concluir en el día de hoy, permitidme también transcribiros lo que el gran Chesterton en su obra “Santo Tomás de Aquino” escribió sobre este particular:

“…toda santidad es secreto, y la poesía sacra (de Santo Tomás) fue realmente una secreción, como la perla de la ostra muy fuertemente cerrada. Tal vez escribió más de la que conocemos, pero una parte entró en uso público gracias a la particular circunstancia de que se le pidiera componer el oficio para la festividad de Corpus Christi, fiesta establecida a raíz de la controversia a la que había contribuido aquel pergamino que dejó sobre el altar. Lo cierto es que revela un lado de su genio totalmente distinto, y genio de verdad. Por regla general, fue un escritor de prosa eminentemente práctica; algunos dirían que un escritor de prosa muy prosaica. Polemizaba con la vista puesta en sólo dos cualidades, la claridad y la cortesía. Y las cuidaba por ser cualidades enteramente prácticas, que influían en las probabilidades de conversión. Pero el autor del oficio de Corpus Christi no era sólo lo que hasta los más zopencos llamarían un poeta; era lo que los más exigentes llamarían un artista. Su doble función más bien recuerda la gran actividad de un gran artífice renacentista, como Miguel Angel o un Leonardo da Vinci, que trabajaba en la muralla exterior, planificando y construyendo las fortificaciones de la ciudad, y luego se retiraba a la cámara reservada para tallar o modelar una copa o la arqueta de un relicario. El oficio de Corpus Christi es como un antiguo instrumento musical curiosa y primorosamente incrustado con muchas piedras de colores y metales; el autor ha recogido textos remotos sobre el pasto y la fruición como hierbas raras; hay una ausencia notable de lo tonante y lo obvio en la armonía; y el conjunto va encordado con dos fuertes poesías en latín (…) ninguna traducción es buena o por lo menos lo bastante buena. ¿Cómo vamos a encontrar ocho palabras breves en inglés que realmente equivalgan a “Sumit unus, sumunt mille; quantum isti, tantum ille”? ¿Cómo va nadie a traducir realmente el sonido del “Pange lengua”, si ya la primera silaba es como un golpe de platillos?”




Dom Gregori Maria

Germinans germinabit

viernes, 17 de junio de 2011

La Misa y el sacerdote


Diversos modos de celebrar la Misa
Ante nuestra vista debe permanecer siempre esta idea: Cristo es el sacerdote principal en el Sacrificio de la Misa; el sacerdote debe aspirar a una unión siempre actual y más íntima con Él. Frente a esto tenemos los modos tan diferentes de celebrar la Misa: Misa sacrílega, Misa rapidísima, Misa correcta al exterior, pero sin espíritu de fe; Misa diaria y piadosamente celebrada, y Misa de los santos. Así me lo ha hecho notar en conversación el fundador de la Congregación «Fraternidad Sacerdotal». Es digno de meditarse.
En la Misa sacrílega el corazón del celebrante está separado de Dios, separado de Cristo – sacerdote principal -. Tal celebración indigna es pecado mortal gravísimo.
Sin embargo, la Misa conserva todo su infinito valor, tanto por parte de la víctima ofrecida como del principal oferente. Incluso posee valor infinito de adoración, de reparación, impetración y acción de gracias el acto teándrico del oferente principal, vivo siempre para interceder por nosotros.
Si el estado interior de tal sacerdote fuera patente a los fieles, el escándalo sería colosal y sus consecuencias incalculables.
La corrupción de lo bueno es lo peor. La vida sacerdotal es falsificada. Se finge una caridad que no se posee, se simula prudencia, hay hipocresía, consejos farisaicos, pésimos ejemplos. Santa catalina de Siena habla numerosas veces de semejante escándalo. La Iglesia se le aparecía como una virgen cuyos labios estaban corroídos por la lepra.
Tal Misa postula reparación del sacerdote culpable; a veces Dios la acepta de almas santas contemplativas, que sufren con el fin de obtener la conversión de sacerdotes caídos.
La Misa brevísima, Misa celebrada a velocidad de vértigo, en quince minutos, con conciencia dudosa a veces, no deja de ser a su modo un escándalo. San Alfonso María de Ligorio, siendo obispo, proscribió tales Misas en sus diócesis, escribiendo sobre el partículas: «No existe en tales sacerdotes ni gravedad ni seriedad de vida; lo interesante para ellos no es la Misa, sino el dinamismo, la actividad externa, el seudoapostolado; no tienen vida interior, les falta el alma misma del apostolado».
¡Cuánto distan tales misas de aquellas de las que el mártir San Juan Fisher podía afirmar: «La Misa es el sol espiritual que nace cada día derramando luz y calor sobre las almas! Las misas «breves», al contrario, son un escándalo por el modo mecánico de pronunciar, sin espíritu de fe, los Kiries, Gloria, Credo y Sanctus. Ni aun materialmente legan a pronunciar las palabras, dada la extrema rapidez. Por el mismo estilo se pronuncian las oraciones del Misal, como palabras sin sentido, cuando su alcance total no se penetrará perfectamente sino en el cielo.
Es un verbalismo raquítico, contrario en absoluto a la contemplación. Si hay palabras que deben pronunciarse con plena conciencia, con penetración contemplativa, son éstas del Misal: Kiries, Gloria y Credo. En la misa de que hablamos se pronuncian rápidamente para terminar pronto. Se hacen las genuflexiones rápidamente, sin ningún sentido de adoración. Estas misasa tan «ligeras» pueden hacer un daño grande a los que vienen a la Iglsia Católica y buscan un verdadero sacerdote a quien puedan abrir su conciencia en busca de la verdad. Decía Dn. Hügel en la vida de Santa Catalina de Génova: «Hay ecelsiásticos que tienen tanto sentido religioso como mi zapato».
Después de semejantes misas, generalmente, se suprime la acción de gracias o queda reducida a un signo.
Luego vienen las misas correctas exteriormente, pero celebradas sin espíritu de fe. Dícense con atención al rito externo a las rúbricas; el sacerdotes es, tal vez, estupendo liturgista, pero celebra como un funcionario eclesiástico, sin sentido religioso. Cierto que conoce las rúbricas y las observa; pero no ha pensado en el valor infinito de la Misa ni en el oferente principal, de quien es sólo un ministro. Es Alter Christus en el exterior, por su carácter que hace válida la Misa, aunque no se manifiesta su alma sacerdotal. Parece que la gracia santificante y la sacramental del Orden se han paralizado el día de su ordenación; gracias que eran como tesoros a crédito, no fructifican, antes bien permanecen estériles. Y lo que es peor: este sacerdote piensa que está muy bien lo que hace, porque cumple bien con las rúbricas, con lo cual ya no aspira a más. Pronuncia los Kiries, el Gloria, el Credo, el Sanctus, las palabras de la consagración y la comunión sin espíritu de fe.
Si tales sacerdotes mueren en estado de gracia han de sentir en el purgatorio un dolor muy grande por su negligencia, y desearán se les aplique, en reparación, una misa mejor celebrada.
Por el contrario, existe la Misa celebrada digna y piadosamente, con verdadero espíritu de fe, con confianza en Dios, con amor a Dios y a las almas. En ella se siente el soplo e impulso de las virtudes teologales, motoras de la virtud de la religión. Entonces el Kirie eleison es verdadera oración de súplica; el Gloria, adoración del Altisimo; léese el Evangelio del día con fe profunda, y las palabras de la Consagración se pronuncian en unión actual con Cristo, principal oferente, y hasta con cierto conocimiento de la irradiación espiritual de la oblación e inmolación sacramental en el mundo e incluso en el purgatorio. Se pronuncia el Agnus pidiendo, de verdad, la remisión de los pecados; la Comunión es como debe ser, substancialmente más ferviente y fecunda cada día, pues todos los días aumenta la caridad por el sacramento de la Eucaristía. La comunión a los fieles ya no es una distribución mecánica sino una comunicación de la vida superabundante a los mismos para que tengan vida cada vez más abundante. El sacrificio de la Misa se termina con una contemplación simple pero viva del Prólogo del Evangelio según San Juan. Sigue la acción de gracias enteramente personal prolongada los días festivos si el tiempo lo permite a modo de oración mental. Es tiempo oportuno para la oración íntima, pues Cristo está sacramentalmente presente en nosotros y nuestra alma continúa bajo su influjo actual siempre que permanezca recogida.
Finalmente, ¿qué diremos de la Misa de los santos? El sacrificio eucarístico celebrado por San Juan Evangelista en presencia de la Santísima Virgen era con toda verdad la continuación sacramental del sacrificio de la Cruz cuyo recuerdo permanecía vivísimo en el Corazón de la Madre de Dios y de su hijo espiritual. La Misa de San Agustín después de las horas de contemplación – como se manifiesta en su obra De Civitate Dei – debía ser unión íntima con Cristo Sacerdote.
Asimismo, la Misa de Santo Domingo, de Santo Tomás, de San Buenaventura, quienes compusieron oraciones de acción de gracias hoy todavía en uso; la Misa de San Felipe Neri, arrebatado en éxtasis tantas veces después de la consagración por la intensidad de su contemplación y de su amor a Jesús, Sacerdote y Víctima.
Los numerosos fieles que vieron celebrar a San Francisco de Sales tuvieron siempre hacia él una veneración máxima.
Decía el santo cura de Ars: «Si conociéramos lo que es la Misa, moriríamos». «Para celebrarla el sacerdote debía ser santo. Cuando estemos en el cielo, veremos qué es la Misa, y cómo tantas veces la hemos celebrado sin la debida reverencia, sin adoración, sin recogimiento».
Como nos afirma la Imitación de Cristo, lib. IV, capítulo 9, los santos unieron siempre la oblación de los propios dolores a la oblación del mismo Cristo, Sacerdote y Víctima a la vez. El Padre Carlos de Foucauld, celebrando su Misa entre los Mahometanos del África, se ofrecía por ellos a fin de preparar su futura evangelización.
La Misa de los santos es como una introducción o preludio, un comienzo del culto eterno expresado ya en las palabras finales del Prefacio: «Santo, Santo, Santo»
La unión del sacerdote con Cristo. Sacerdote y Víctima. R. Garrigou – Lagrange, O.P. Col. Patmos, ed. Rialp; pp. 84 - 89

jueves, 16 de junio de 2011

¡Basta de guitarras, volvamos al gregoriano!


El diario La Repubblica publica hoy una interesante sección dedicada a “la música de Dios” (ver imagen superior). En ese contexto presenta una entrevista con Mons. Pablo Colino, director del coro de la Orquesta Filarmonica de Roma, la cual ha sido traducida por  SECRETUM MEUM MIHI:


Maestro Colino, ¿por qué la música sacra y la litúrgica están en crisis?

Todo se ha precipitado después del Concilio Vaticano II, con esa superficial oleada de pseudorenovación que ha hecho tanto daño en casi todas nuestras iglesias. Basta asistir a cualquier celebración liturgica, para sentir guitarras horribles, pianolas ensordecedoras y coros superficiales. Todos dirigidos de maestros pocos preparados. Aunque hay excepciones alentadoras que, se cree, podrían bien esperarse en el futuro.

¿Podría dar un ejemplo?

Recientemente, en Terni se desarrolló un interesante congreso sobre la música sacra. y, para esa ocasión, se han presdentado muchas corales juveniles y muchos grupos de artistas especializados en música litúrgica. Ha sido bello e interesante escucharlos. Y también alentador.

¿Pero hay una “receta” para revivir la música sacra?

Tenemos que volver a un estudio serio, riguroso y apasionado en las scholae cantorum, en los conservatorios y, quizás, en las escuelas. La música sacra es patrimonio universal, una forma de arte entre las más altas y inmortales. E Italia está llena de ellos, habiéndo dado a luz a los más grandes autores de la música litúrgica.

¿Y cuales deberían ser los programas en estas escuelas?

Es de funadmental importancia volver a difundir el conocimiento directo del canto gregoriano y, paralelamente, mejorar la preparación de los músicos, directores de orquesta y corales. No se va a nunguna parte sin rigor didáctico y sin el conocimiento del gregoriano, la madre de la música sacra, pero me atrevo a decir que de toda la música, incluso la contemporánea.

Nace Una Voce Mar del Plata (Argentina)


Amigos vecinos de Mar del Plata, nos hacen llegar la buena noticia de la conformación de la Asociación Una Voce Mar del Plata – Mov. Litúrgico Santa Cecilia. Su Comisión Directiva estará conformada por los Sres. Lic. Daniel Darío Aldama (Presidente), Lic. Leandro Sánchez (vice), Prof. José Luis Ventrice (Secretario) y Gastón Ollivier (Tesorero). Los interesados en comunicarse con la naciente asociación, podrán hacerlo escribiendo a: santamisaenlatin@yahoo.com.ar.
Con gran satisfacción vemos como, sin prisa pero sin pausa, se van extendiendo las Asociaciones Una Voce en nuestro bendito país. Vayan nuestras felicitaciones a los integrantes y amigos de Una Voce Mar del Plata, rogando a Dios les asista en el camino que han decidido emprender. Todo AMDG.
Una Voce Mar del Plata

martes, 14 de junio de 2011

Benedicto VI : Ni aplausos, ni banderas, ni carteles en Misa


"El hacer queda en segundo plano cuando nos encontramos ante lo que cuenta: la oratio. Tiene que ser visible que la oratio es lo esencial, y que su importancia reside en el hecho de dar paso a la acción de Dios. Quien haya comprendido esto entiende fácilmente que ya no se trata de mirar al sacerdote o dejar de mirarlo, sino de mirar al Señor, salir a su encuentro.

La entrada en escena, casi teatral, de los distintos actores que hoy podemos presenciar, sobre todo en la presentación de las ofrendas, deja, sencillamente, de lado lo esencial. Cuando las particulares acciones exteriores (que realmente no son muchas y se multiplican de manera artificial) se convierten en lo esencial de la liturgia, y la misma liturgia queda degradada en un genérico hacer, se malogra el verdadero teo-drama de la liturgia, que acaba reducido a espectáculo.

La verdadera formación litúrgica no puede consistir en el aprendizaje y ensayo de las actividades exteriores, sino en el acercamiento a laactio esencial, que constituye la liturgia, en el acercamiento al poder transformador de Dios que, a través del acontecimiento litúrgico, quiere transformarnos a nosotros mismos y al mundo. Claro que, en este sentido, la formación litúrgica actual de los sacerdotes y de los laicos tiene un déficit que causa tristeza. Queda mucho por hacer."


(Cardenal Joseph Ratzinger, El Espíritu de la Liturgia, 2001, Ediciones Cristiandad, p. 199).

martes, 7 de junio de 2011

Pedido de la Misa Tradicional en Lomas de Zamora



 Circula por la diócesis una carta de petición dirigida a Mons. Lugones, obispo de la diócesis. Aquellos que quieran adherirse pueden contactarse con nosotros: unavocelomas@hotmail.com .

viernes, 3 de junio de 2011

Peregrinación a Lourdes


  El pasado 28 de mayo el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote (ICRSS) realizó una peregrinación a Lourdes. La misma contó con la presencia de S.E.R. Cardenal Raymond Burke, quien ofreció una conferencia, participó de una procesión y celebró una Misa Pontifical usus antiquior. Mas imágenes aquí: ICRSS en Lourdes

Solemnidad de la Ascensión en Santa Fe- Argentina-



Una Voce el Litoral publica imágenes de la Procesión  y de la Santa Misa tradicional celebrada el día de la Solemnidad de la Ascensión  en la Iglesia de Ntra Señora del Santísimo Rosario, ciudad de Santa Fe (Argentina). Recordemos que la Misa tradicional se celebra de lunes a viernes a las 11.00 hs. y los Domingos y fiestas de guardar a las 11.15 hs.

El sagrado silencio en la celebración litúrgica

Columna de teología litúrgica dirigida por Mauro Gagliardi
Por Nicola Bux*
ROMA, jueves 2 de junio de 2011 (ZENIT.org).- “Cuando un silencio apacible envolvía todas las cosas … tu Palabra omnipotente se lanzó desde el cielo” (cf. Sab 18,14-15). Así una antífona de la octava de Navidad recuerda, con extraordinaria libertad, cómo en la noche del Éxodo se realizó la liberación del hombre y la emancipación del pecado. Para reconocerle presente en el mundo, es más, en la acción pública que es la liturgia – sagrada precisamente con motivo de la Presencia – es necesario “guardar silencio!, es decir, callar. Es necesario callar para escuchar, como al inicio de un concierto, de lo contrario el culto, es decir, la relación cultivada, profunda con Dios, no puede comenzar, no se Le puede “celebrar”.
Esto es indispensable para rezar: “retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto”(Mt 6,6). La habitación es el alma, pero también el templo, dicen los Padres. ¿Qué secreto puede ser mantenido sin silencio? El secreto de la conciencia en el que se puede oír la voz de Dios, en la noche silenciosa como para Samuel. Hace falta silencio para que Dios pueda hablar y nosotros escucharle. Por esto vamos a la iglesia, para celebrar el culto divino, sagrado porque desciende del silencio eterno en el tiempo tan ruidoso, para apaciguarlo y orientarlo a lo Eterno. No hay duda de que la posición frontal del sacerdote en el altar hacia el pueblo induce a la distracción suya y de los fieles, desorientando la dirección de la oración: imitemos al Santo Padre que mira al Crucificado.
El silencio debe ser recuperado, limitando al mínimo las palabras por parte de quien debe dar indicaciones preparatorias a la celebración. Los sacerdotes, las religiosas dedicadas al servicio, los ministros deben limitar palabras y movimientos, porque están en presencia de Aquel que es la Palabra. Este silencio se pide al inicio de la Santa Misa para el examen de conciencia, aunque breve, en el que reconocer nuestros pecados “antes de celebrar los Santos Misterios”.
Tras la invitación a rezar con el Oremus, el sacerdote se recoge en silencio, para rezar y para dar tiempo a los fieles a hacer lo mismo y unir así su propia intención a esa oración que el sacerdote pronunciará “recogiendo” – por ello se llama oración “colecta” – y presentándola al Señor. Con esta oración, comienza en la Misa la función sacerdotal de mediación entre el pueblo santo y el Señor.
De la oración a Dios se pasa a la escucha de Dios. El Sínodo sobre la Palabra de Dios no olvidó insistir en el silencio como espacio privilegiado para recibirla. Los misterios de Cristo – el Papa lo recuerda en la Exhortación apostólica post-sinodal Verbum Domini – están unidos al silencio, como dicen los Padres de la Iglesia. Así, más que multiplicar los encuentros bíblicos, es necesario tener “realmente en el centro el encuentro personal con Cristo que se nos comunica en su Palabra” (n. 73). La liturgia de la Palabra es tal porque tiene lugar en el silencio sagrado.
El Ordo Missae sugiere, en este punto, que haya habido o no homilía, se guarde silencio. Parece una ejercitación “al encuentro desnudo, silencioso, austero… al coloquio espontáneo, alegre, adorante con la divina Majestad, como arrastrados en la estela de la oración misma de Cristo” (Pablo VI, Discurso a los Abades de la Confederación Benedictina, 30 de septiembre de 1970, n. 3). Es una invitación a los monjes: pero todo cristiano debe ser en alguna medida monje, es decir, habitar solo con el Señor. La liturgia sagrada capacita para esto. La Regla benedictina exhorta al monje a hacer que su mente esté en armonía con su voz (cf. 19,7): “Parece una cosa sencillísima, diríamos natural – subraya Pablo VI – pero tener esta armonía interna entre la voz y la mente, y una de las cosas más difíciles” (Discurso a los Abades, cit.). Precisamente la dinámica de la relación entre Dios que habla y el fiel que escucha y responde con el salmo o la oración – según la clásica tripartición conservada en la semana santa: lectura, responsorio, oración – constituye el ejercicio necesario, la ruminatio de los Padres, para asimilar y hacer que voz y mente se armonicen. Esto es particularmente útil en vista de la oferta de sí, de nuestros cuerpos en sacrificio espiritual “como culto según la razón”, que para esto “renueva la mente” con el fin de distinguir la voluntad de Dios, lo que es bueno, a él grato y perfecto (cf. Rm 12,1-2). La renovación de la mente es el juicio según Dios y no según el mundo. La liturgia debe favorecer la conversión de la mentalidad mundana y carnal, que tiende siempre a conquistar a clérigos y laicos. Renovar la mente significa mirar la realidad y no seguir las propias ideas – la ideología –, porque él hace nuevas todas las cosas.
El silencio puede volver a aflorar en el ofertorio, donde no es necesario ni obligatorio que las fórmulas previstas de la ofrenda sean dichas en voz alta. Se podría también sugerir que, en el futuro, la Plegaria Eucarística, también en la Misa de Pablo VI, pudiera recitarse submissa voce, casi en silencio, para favorecer el recogimiento: como se hacía y se sigue haciendo en la celebración en “forma extraordinaria”. ¿Es siempre necesario escuchar palabras tan arcanas, especialmente las de la consagración? Si el sacerdote abajase el tono de la voz, no recitaría, sino que rezaría verdaderamente y favorecería el recogimiento y la unión de los fieles a su oración de medación sacerdotal. Análogo silencio se recomienda especialmente a la acción de gracias después de la Comunión.
Pero, más allá de los momentos específicos, es toda la liturgia, es más, la Iglesia misma como espacio sagrado, la que necesita recuperar el clima de silencio. Esta exigencia llevaba a preordenar espacios de reunión como nártex y atrios para pasar del exterior al interior, de la dispersión al recogimiento. ¿No serviría también en nuestros días? “La capacidad de interioridad, una mayor apertura del espíritu, un estilo de vida que sepa sustraerse a lo que es ruidoso e invasivo, deben volver a parecernos metas que colocar entre nuestras prioridades. En Pablo encontramos la exhortación a reforzarse en el hombre interior (Ef 3,16). Seamos honrados: hoy hay una hipertrofia del hombre exterior y un debilitamiento preocupante de su energía interior” (J. Ratzinger, Fede, Verità, Tolleranza. Il cristianesimo e le religioni del mondo, Cantagalli, Siena 2003, p. 167).
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*Nicola Bux es profesor de Liturgia oriental en Bari (Italia) y consultor de las Congregaciones para la Doctrina de la Fe, para las Causas de los Santos, para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, así como de la Oficina para las Celebraciones del Sumo Pontífice.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

Adoración eucarística por la Peregrinación a Luján 2011

 

Queridos peregrinos:
Queremos invitarlos a ofrecer una hora de Adoración Eucarística para pedir por los frutos de la Peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad, en la Capilla Cristo Sacerdote ubicada en Vicente López 1639, todos los martes a las 19 hs. 
“Nos postramos ante tu sacramento de Amor con profundo respeto y adoración para suplicarte nos concedas los medios espirituales y materiales para la peregrinación que queremos ofrecerte, a fin de que sea conocida  y amada la Misa de siempre donde te ofreces como Victima propiciatoria y sangrante a Tu Padre”. Oración para encomendar a Ntro. Sr. Jesucristo la peregrinación Ntra. Sra. de la Cristiandad.

Más adelante, confirmaremos un segundo lugar de Adoración Eucarística en Ntra. Sra. del Monte Carmelo sobre la calle Amenabar, Belgrano.
“Oh, si pudiéramos ver a nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, nos sorprendería observar cómo se alegra y agradece cuando se le visita o se le recibe en la comunión”. “Sin Él , perdería yo mi alma”. San Pedro Julián Eymar, apóstol de la Eucaristía.

jueves, 2 de junio de 2011

CARTA DE 21 SACERDOTES FRANCESES A ROMA: “¡DADNOS OBISPOS SEGÚN EL CORAZÓN DEL PAPA!”


27 de mayo de 2011
A Su Eminencia el Cardenal Ouellet,
Prefecto de la Congregación para los Obispos
Eminencia,

Nosotros os queremos hacer parte de la incomprensión de una larga parte de sacerdotes y de católicos de Francia concerniente a las nominaciones episcopales actuales. En nuestro país, después de tres o cuatro decenios, el catolicismo se ha reducido y continúa reduciéndose drásticamente (hundimiento constante de la práctica dominical, del número de los sacerdotes, de los religiosos, de los catequistas, de las vocaciones, etc.). No es imposible que la Santa Sede esté pronto violentada a transformar ciertas diócesis francesas en administraciones apostólicas, teniendo en cuenta el número irrisorio de sus sacerdotes en actividad.
Ahora bien, este catolicismo enfermo no ha muerto. Transformado por la terrible prueba de la secularización, tiene todavía (¿por cuánto tiempo?) la capacidad de revitalizarse en su estado de minoridad: escautismo, escuelas verdaderamente católicas, movimientos, peregrinaciones, nuevas comunidades múltiples, comunidades tradicionales jóvenes y vivientes, nuevas generaciones de sacerdotes realmente misioneros, seminaristas diocesanos y numerosas vocaciones potenciales de tipo “generación Benedicto XVI”, posibilidades litúrgicas y vocacionales ofrecidas por el Motu Proprio Summorum Pontificum, jóvenes familias cristianas numerosas, grupos muy activos de apoyo a la vida. Ese catolicismo quiere voltear una plaga mortífera: abusos litúrgicos, predicación desastrosa concerniente a la moral del matrimonio, complejo anti-romano latente, prácticas sacramentales desviadas (bendiciones de “segundas nupcias” de divorciados vueltos a casar, absoluciones colectivas), catequesis dudosamente católica sobre la Eucaristía, etc.
En este contexto, las nominaciones episcopales nos parecen ininteligibles. Ciertos obispos de Francia son crecientes en desajuste con ese nuevo catolicismo. Y es una inmensa decepción ver por una parte algunos nombres hoy mismo, bajo el Papa Benedicto XVI, como si ellos se reprodujeran por captación, teniendo todavía el espíritu de la “generación 68” más o menos reajustado, y que la otra partida es elegida, por las necesidades de un consenso que no se puede encontrar, entre hombres de una timidez reformadora extrema.
Los sacerdotes, los religiosos, los clérigos que nosotros representamos desean que se haga frente a la senda de una sociedad más y más indiferente con un anuncio claro del Evangelio. Están en nuestros ánimos un verdadero deseo de reconciliación y de paz entre todos los católicos de Francia, que se saben ya ampliamente minoritarios. Pero para poner por obra una nueva pastoral, es necesario elegir nuevos pastores. Se encuentra que los sacerdotes de 50 y 60 años que tienen un perfil pastoral, psicológico y solidez intelectual, responden perfectamente a las necesidades vitales del nuevo catolicismo francés, son de aquí en adelante numerosos.
Eminencia, la salud del catolicismo francés depende de la nómina de obispos que respondan a las necesidades reales y a sus verdaderas esperas.
Nosotros expresamos a Vuestra Eminencia nuestro profundo y religioso respeto, y le suplicamos que transmita a nuestro Santo Padre el Papa la expresión de afecto dedicado y respetuoso de sus más pequeños fieles, sacerdotes de Jesucristo.

Fuente http://www.osservatore-vaticano.org
           Juventutem Argentinae