En ocasión de las celebraciones por el centenario de fundación del Pontificio Instituto de Música Sacra, Benedicto XVI envió una carta al Gran Canciller del Instituto, el cardenal Zenon Grocholewski, que la leyó el 26 de mayo pasado a la apertura del congreso internacional de música sacra que se extendió hasta este miércoles.
"Un aspecto fundamental, particularmente querido por mí, el cual deseo destacar en este contexto: es cómo, por ejemplo, desde San Pío X hasta hoy se encuentra, incluso en la natural evolución, la sustancial continuidad del Magisterio sobre la música sacra en la liturgia. En particular, los Pontifices Pablo VI y Juan Pablo II, a la luz de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, han querido reiterar el propósito de la música sacra, que es “la gloria de Dios y la santificación de los fieles” (n. 112), y los criterios principales de la tradición, que me limito a referir: el sentido de la oración, de la dignidad y de la belleza, la plena adhesión a los textos y los gestos litúrgicos, la participación de la asamblea y, por tanto, la legítima adaptación a la cultura local, conservando, en el mismo tiempo, la universalidad del lenguaje, la primacía del canto gregoriano, como el modelo supremo de la música sacra, y la sapiente valoración de otras formas de expresión que hacen parte del patrimonio histórico-litúrgico de la Iglesia, especialmente, pero no solamente, la polifonía; la importancia de la schola cantorum, en particular en las iglesias catedrales. Son criterios importantes a considerar atentamente también hoy. A veces, de hecho, tales elementos que se encuentran en la Sacrosanctum Concilium, que, precisa, el valor del gran patrimonio eclesial de la música sacra o la universalidad que es característica del canto gregoriano, han sido reafirmadas expresiones de una concepción que corresponde a un pasado a superar y olvidar, por ser limitativos de la libertad y la creatividad del individuo y la comunidad. Pero debemos siempre preguntar nuevamente: ¿quién es el verdadero sujeto de la liturgia? La respuesta es simple: la Iglesia. No es el individuo o grupo que celebra la liturgia, sino esa es sobre todo acción de Dios através de la Iglesia, que tiene su propia historia, su rica tradición y su creatividad. La liturgia, y consecuentemente la música sacra, “vive en una correcta y constante relación entre traditio y legítima Progressio”, teniendo siempre bien presente que estos dos conceptos —que los Padres del Concilio pusieron claramente de relieve— se integran entre sí, porque “la tradición es una realidad viva, por lo tanto, incluye en sí el principio del desarrollo y del progreso”(Discurso al Pontificio Instituto Litúrgico, 6 de mayo de 2011)...."
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